Quantcast
Channel: Mujeres en la historia
Viewing all 382 articles
Browse latest View live

La memoria de Mahler, Natalie Bauer-Lechner (1858-1921)

$
0
0
Natalie Bauer-Lechner fue una reputada violinista de su tiempo. Pero no pasó a la historia por su talento como intérprete sino por su relación con el gran compositor Gustav Mahler. Dos años mayor que él, Natalie fue su compañera durante doce años en los que plasmó sus experiencias en distintos diarios y cartas que, recuperadas en parte, permiten reconstruir la vida y la obra de Mahler, convirtiéndose en una fuente excepcional para los amantes de la historia de la música. 

Natalia Anna Juliana Bauer-Lechner nació el 9 de mayo de 1858 en Viena. Era la hija mayo de los cinco hijos de Rudolf Lechner, un propietario de una librería en la capital austriaca y su mujer, Julie Winiwarter. Después de recibir una educación básica en su propia casa con tutores particulares, Natalie ingresó en el Conservatorio de Viena del que se graduó en 1872. En los años siguientes, Natalie continuaba visitando el conservatorio donde por aquel entonces su hermana Ellen estudiaba para acceder a sus servicios. Gustav Mahler había ingresado en el Conservatorio en 1875 donde permaneció tres años. Fue allí donde se conocieron pero sus vidas aún tardarían en unirse. 



El 27 de diciembre de 1875 se casó con Alexander Bauer, un químico y matemático vienés viudo y con tres hijas. La vida tranquila de Natalie como mujer casada terminó cuando se divorció de su marido en 1885. Natalie se centró en su trabajo como profesora de violín y como miembro del prestigioso cuarteto de cuerda femenino Soldat-Röger String Quartet. 



Fue entonces cuando respondió a una invitación que tiempo atrás le había hecho Mahler de marchar juntos de Viena y le siguió a Budapest, donde se había convertido en el Director de la Opera Real. Con la pareja se instaló Justine, una hermana del compositor quien estaba sola al haber muerto sus padres poco tiempo antes. Fueron años felices para Natalie y Gustav en los que ella mantuvo un diario privado en el que plasmó su vida con el músico y la evolución de sus composiciones. Su relación terminó doce años después cuando, en 1902, Alma Schindler se cruzó en la vida de Gustav.



Natalie Bauer-Lechner vivió los últimos años de su vida sola y volcada en las luchas feministas en defensa del sufragio de las mujeres. En 1918 fue encarcelada por sus textos lo que mermó dramáticamente su salud. Falleció el 8 de junio de 1921.

La sufragista del Derby, Emily Wilding Davison (1872-1913)

$
0
0
El 4 de junio de 1913 en Surrey se celebraba como cada año el prestigioso Derby de Epsom. Hasta allí se trasladó Emily Wilding Davison, una mujer dispuesta a hacer oír su voz y la de todas las mujeres que como ella llevaban años luchando en favor del sufragio femenino. Emily se abalanzó sobre uno de los caballos que la atropelló causándole heridas mortales. No era la primera vez que luchaba por sus derechos de un modo poco convencional. Emily Wilding Davison fue una de las sufragistas más violentas y llegó a ser cuestionada incluso por sus propias compañeras por sus métodos agresivos. 

Emily Wilding Davison había nacido el 11 de octubre de 1872 en Blackheath, Londres. Hija de Charles y Margaret Davison, creció en una familia numerosa, con tres hermanos y varios medio hermanos de un anterior matrimonio de su padre. Emily fue una buena estudiante que aprovechó sus estudios primero en el Kensington School y después en el Royal Holloway College, donde estudió literatura y lenguas extranjeras gracias a una beca que ganó por su buen expediente académico. Por desgracia, en 1892, un año después de empezar sus estudios en el Royal Holloway, tuvo que abandonar. Su beca se había terminado, su padre había fallecido poco tiempo antes y su madre no podía hacer frente a los pagos. 

Primero como gobernanta y posteriormente como maestra en Edgbaston y Worthing, Emily pudo ahorrar suficiente dinero para ingresar en el Saint Hugh's College de Oxford, donde estudió biología, química, lengua y literatura. A pesar de que las mujeres por aquel entonces no podían obtener una titulación oficial, sus buenas calificaciones obligaron al centro a concederle honores especiales. Tras dejar Saint Hugh, Emily empezó a trabajar como profesora de una familia acomodada de Nothamptonshire. 

En 1906 Emily entró a formar parte de la Women's Social and Political Union (WSPU), la organización sufragista fundada tres años antes por Emmeline Pankhurst. Dos años después dejaba su trabajo de profesora para centrarse en su labor en la WSPU mientras volvía a estudiar en la Universidad de Londres con el objetivo de obtener la licenciatura de Lenguas Extranjeras. La visión de Emily sobre los métodos a seguir para obtener el sufragio femenino no era la misma que la de muchas otras miembros del WSPU. Sin el permiso expreso de la organización, Emily empezó a aparecer en actos públicos que interrumpía lanzando piedras y atacando directamente a algunas personas, provocando la alteración del orden público. 

Su actitud la llevó a prisión en unas nueve ocasiones en las que decidía emprender una huelga de hambre en señal de rebeldía. En una de aquellas ocasiones, en 1912, cuando cumplía condena en la prisión de Holloway, se lanzó por las escaleras como queja por sus condiciones y las de otras sufragistas que se encontraban en prisión, a las que las obligaban a comer a la fuerza. Emily sufrió serias fracturas en la cabeza y la columna. 

Aquello no frenó a Emily y al año siguiente se dispuso a irrumpir ni más ni menos que en el famoso y multitudinario Derby que se celebraba cada año en Epsom. Era el 4 de junio de 1913. Emily irrumpió en medio de la pista y fue atropellada por el jinete Herbert Jones y su caballo, propiedad del rey Jorge V. Cuatro días después fallecía a causa de los golpes.




La aparición de Emily Wilding Davison en el Derby de Epson provocó ríos de tinta pues fueron muchas las dudas que surgieron sobre sus intenciones. Unas voces apuntaban a que había decidido suicidarse por la causa sufragista, idea desmontada por unas cartas dirigidas a una hermana suya a la que avisaba que la iba a visitar en los próximos días y había incluso comprado los billetes de tren. Otras versiones apuntaron a que lo que pretendía Emily era clavar una bandera sufragista en el caballo. Según las últimas investigaciones, habría sido una banda lo que habría querido colocar. Los estudios cinematográficos Pathé gravaron el acontecimiento, unas imágenes fueron utilizadas durante la investigació.




El 8 de junio de 1913, Emily Wilding Davison fallecía en el Hospital Epson Cottage. Seis días después se celebró el Londres un funeral multitudinario que atrajo a una gran multitud, sobre todo sufragistas, que acompañaron el féretro hasta la estación del tren que lo trasladaría a Morpeth, donde fue enterrada bajo una lápida en la que se ponía "Hechos, no palabras". 




Años después, el jinete Herbert Jones, quien sobrevivió al accidente, asistió al funeral de Emmeline Pankhurst en el que aprovechó para recordar la memoria de Emily. A pesar de que su acto reivindicativo puso en la primera fila de la opinión pública la cuestión del sufragismo, no fue precisamente para bien. Muchas voces se alzaron en su contra poniendo de relieve la violencia y agresividad de sus actos, lo que incapacitaba aún más a las mujeres para votar. 

La última zarina, Alejandra Románova (1872-1918)

$
0
0
La noche del 17 de julio de 1918, el sótano de la Casa Ipatiev, en Ekaterimburgo, fue el escenario del brutal asesinato de la familia real rusa. El zar Nicolás II, su esposa, sus cinco hijos y algunos miembros del servicio, incluido el médico imperial, fallecían, poniendo punto final a una historia, la de la Dinastía Romanov, que había gobernado en Rusia tres siglos. La ejecución era una de las consecuencias de la nefasta gestión de un imperio autocrático en el que el pueblo se moría de hambre, mientras el zar era incapaz de tomar una decisión acertada. A su lado, su esposa de origen germano, Alejandra Románova, tampoco se ganó el cariño de un imperio cansado de injusticias sociales. Su timidez, enmascarada en un carácter frío y distante, la alejaron de la corte. La ansiedad por dar el imperio un heredero culminó cuando nació Alexei y se descubrió que sufría hemofilia. El consuelo que encontró en el estrambótico Rasputin terminó por empeorar dramáticamente su situación.

La nieta de la estricta reina Victoria
Victoria Alicia Elena Luisa Beatriz de Hesse-Darmstadt nació el 6 de junio de 1872 en el Palacio de Darmstad. Era la sexta de los siete hijos que tendrían el Gran Duque Luis IV de Hesse y la Princesa Alicia del Reino Unido, hija de la Reina Victoria. Alix, como se la conocía cariñosamente, tuvo una infancia tranquila que se vio truncada en 1878 cuando una terrible epidemia de difteria se llevó por delante a algunos de sus hermanos y a su propia madre. La educación de Alix, que tenía entonces seis años, y sus hermanos quedó bajo la supervisión de su abuela, la reina Victoria de Inglaterra con la que pasaban los veranos, rodeados de la amplia familia real inglesa.  

Alix era una de las nietas preferidas de la Reina Victoria. Esta le buscó distintos pretendientes a los que la joven duquesa rechazó uno detrás de otro. Su corazón hacía poco tiempo que ya tenía propietario.

La novia del zarevich
Con motivo del noviazgo entre Isabel de Hesse, hermana de Alix, y el Gran Duque Sergio Alexandrovich de Rusia, Alix conoció a Nicolás, el heredero del imperio ruso, de quien se enamoró desde el primer momento. Sus sentimientos fueron correspondidos por el zarevich. Ambos, emparentados por varias ramas genealógicas, no recibieron el beneplático de sus respectivas familias. Ni la Reina Victoria ni el Zar Alejandro III y su esposa aprobaron su relación. 

A pesar de los obstáculos, Nicolás terminó pidiendo la mano de Alix y consiguió que su padre, en su lecho de muerte, aceptara a la princesa germana como esposa de su hijo. 

Una boda con malos augurios
El 1 de noviembre de 1894 fallecía el zar Alejandro III y su hijo se convertía en el nuevo zar como Nicolás II. Un día después, Alix se convertía a la fe ortodoxa, algo que le había costado asumir como parte del compromiso con Nicolás, y se convirtió en la Gran Duquesa Alejandra Feodorovna. Pocos días después de enterrar al zar Alejandro en Moscú, el 19 de noviembre, se celebraba la boda real.

Fue el 26 de noviembre de 1894 en la Gran Iglesia del Palacio de Invierno de San Petersburgo. Las malas lenguas empezaron a hablar de una boda precedida de un negro ataúd. Aquel día, Alejandra se convertía en zarina pero su coronación oficial tuvo lugar el 14 de mayo de 1896, un día que también tuvo su lado dramático. 




La ceremonia de coronación se celebró en el palacio del Kremlin de Moscú. En honor a tal dichoso día para los zares, se decidió distribuir alimentos entre la población. Una iniciativa que terminó convirtiéndose en una auténtica tragedia. Los habitantes de Moscú, pobres y hambrientos, se abalanzaron sobre los carros de comida creando una avalancha humana que los soldados que organizaban el acto no pudieron controlar. Muchas personas morían aplastadas por la multitud desesperada en busca de un trozo de pan. 


El trágico inicio de reinado de los nuevos zares no mejoró con la presencia de una zarina de origen alemán de la que se decía que era de carácter reservado y excesivamente fría con sus allegados. Una actitud que escondía una timidez que se fue acrecentando a lo largo de los años. 

Una trágica descendencia
En 1895 nacía el primer vástago de la pareja imperial. Y fue la primera decepción para el reino. Llegaba al mundo la duquesa Olga. Dos años después nacía Tatiana a la que siguió María en 1899 y Anastasia en 1901. 

Durante todos aquellos años, Alejandra se vio sometida a una angustiante presión de la opinión pública y de los rumores de palacio por no ser capaz de dar a la ancestral dinastía Romanov un heredero. A pesar de que Nicolás fue cariñoso con su esposa y aceptó con alegría la llegada de las duquesas, el problema sucesorio continuaba sin resolverse. 

Y cuando al fin llegó el ansiado heredero, el zarevich Alexis, en 1904, pronto una terrible noticia oscureció palacio. El pequeño Alexis había heredado la hemofilia de su madre, transmitida por vía materna. Alejandra se volcó entonces en sobre proteger a su hijo y a ocultar en la medida que era posible, la situación. Desesperada por no encontrar una respuesta satisfactoria en los médicos de palacio, Alejandra pronto cayó bajo el embrujo de un extraño personaje llamado Grigori Rasputin quien, de manera inexplicable, conseguía frenar las hemorragias del pequeño. 



Pronto Rasputin, considerado por Alejandra como un enviado de Dios, se coló en las estancias del palacio de Tsarkoye Seló donde poco a poco fue ganando influencia y poder llegando a influenciar en las decisiones de gobierno. 




El fin de la dinastía
Nicolás II fue incapaz de gobernar el vasto imperio ruso, un territorio en el que la pobreza, el hambre y la desesperación del pueblo, fueron los detonantes de la Revolución de Octubre. El zar, quien en alguna ocasión había confesado que nunca quiso serlo, abdicó sus derechos y los del zarevich en marzo de 1917. Terminaba oficialmente el reinado de la dinastía de los Romanov, que había reinado en Rusia desde el siglo XVII. 

Pero la abdicación no fue suficiente para salvar sus vidas. La familia imperial era el símbolo de un pasado demasiado reciente que los enemigos de la revolución podían utilizar para volver al régimen anterior. Viendo su vida peligrar, sus fieles aliados buscaron asilo en distintos países europeos.Todos les cerraron las puertas. 




Nicolás, Alejandra y sus cinco hijos, fueron recluidos en un primer momento en el palacio de Tsarcoye Seló pero en agosto de 1917 fueron trasladados a Tobolsk donde vivieron hasta que fueron trasladados a Ekaterimburgo en abril de 1918. Pocos meses después, llegaba desde Moscú la orden de ejecución de toda la familia imperial. 

Tras su muerte, los cuerpos fueron destruidos y enterrados en una mina lejos de la ciudad. En 1989 los periódicos anunciaron el descubrimiento de la tumba, diez años antes. Después de exhumar los restos e identificarlos, la familia imperial fue enterrada en 1997 en la Catedral de San Pedro y San Pablo en San Petersburgo. 

La iglesia ortodoxa rusa canonizó a todos los miembros de la última familia Romanov.

 Si quieres leer sobre ella 



Reinas malditas, Cristina Morató








Las hemanas Romanov, Helen Rappaport

La primera mujer al volante, Bertha Benz (1849-1944)

$
0
0
Existe en Alemania una curiosa ruta turística conocida como “Bertha Benz Memorial Route”, un camino que conmemora el que fue el primer viaje de un vehículo a motor. Un trayecto que lo realizó la mujer que lleva su nombre, Bertha Benz, esposa del famoso fabricante de automóviles y que supuso la demostración empírica de que los prototipos que llevaba tiempo ideando Karl Benz eran perfectamente seguros y viables para el uso diario. Aquel primer viaje fue un impulso de una mujer espontánea o un acto perfectamente estudiado por una auténtica mujer con visión de futuro. Lo cierto es que el viaje de Bertha Benz se convirtió no sólo en el primero de la historia, sino que fue la primera vez que una mujer se puso al volante de un automóvil. 

Bertha Ringer nació el 3 de mayo de 1849 en Pforzheim, entonces una ciudad perteneciente al Gran Ducado de Baden. Novia del fabricante de motores Karl Benz, Bertha ayudó a su prometido a mejorar el taller en el que trabajaba, en el que invirtió parte de su dote y se convirtió en una de las inversoras de la naciente empresa automovilística. Pero las normas sociales de aquellos tiempos eran muy estrictas, así que cuando Bertha se casó con Karl el 20 de julio de 1872, ella se convirtió en ama de casa sin ningún derecho empresarial sobre el negocio. Lo que no impidió que la nueva señora Benz, una mujer con inquietudes y preocupada por la buena marcha de la fábrica familiar, estuviera siempre al tanto de su evolución e intentara aconsejar a Karl en todo momento. 

En enero de 1886, Karl Benz había patentado un vehículo de tres ruedas al que bautizó como Benz Patent Motorwagen. Aquel extraño artilugio no había traspasado los muros de su propia fábrica. Como mucho había hecho algún pequeño trayecto de prueba dentro de los terrenos de las propiedades de los Benz pero aún nadie le veía una verdadera utilidad. Los Benz empezaban a tener problemas económicos y los nuevos inventos de Karl no pasaban de ser prototipos sin salida comercial. Quizás con una brillante visión empresarial o simplemente por curiosidad, Bertha decidió comprobar hasta dónde podría llegar con el extraño triciclo motorizado.

“Vamos a Pforzheim a ver a la abuela”. Estas fueron las palabras que Bertha dejó escritas en una nota a su marido la mañana de 5 de agosto de 1888 antes de subirse al Benz Patent Motorwagen junto a dos de sus hijos. El viaje desde Mannheim, donde vivían los Benz, hasta Pforzheim, donde vivía la abuela, se convirtió en un periplo de 106 km. cubierto en una jornada entera. Bertha no disponía de mapas y, por supuesto, nunca había realizado aquel viaje en coche, así que optó por ir haciendo etapas llegando a los pueblos que recordaba cercanos a Pforzheim. El rodeo que dieron los intrépidos aventureros les llevó a tener que subir unas montañas en las que el motor no consiguió alcanzar las alturas. 



Bertha y sus dos hijos no se rindieron ante las adversidades. Bajaron del coche para empujarlo ellos sólos o con la ayuda de algunos lugareños que miraban con gran sorpresa aquel extraño artilugio. No fue el único obstáculo que tuvieron que salvar. Faltos de combustible en medio del camino, tuvieron que comprar gasolina refinada en las farmacias, dado que las estaciones de servicios en aquellos tiempos eran ciencia ficción. 

El agua necesaria se fue cogiendo de las fuentes del camino, desatascaron el carburador con una pinza del pelo de Bertha, cubrieron un cable pelado con una de sus ligas… El accidentado viaje terminó felizmente cuando terminaba el día. Bertha enviaba entonces un escueto telegrama a su marido: “Llegados sanos y salvos”. 

La odisea de Bertha Benz no sólo se convirtió en la noticia del momento en aquellos lares sino que su periplo sirvió para impulsar el negocio familiar. Con su viaje había demostrado que el triciclo de Benz era capaz de realizar distancias largas, una vez que hicieran los ajustes necesarios, que la misma Bertha se encargó de apuntar. 

Poco tiempo después, las ventas de la marca Benz empezaron a incrementar y con los años se convertiría en una de las principales empresas fabricantes de vehículos en todo el mundo.

La intrépida Bertha Benz aún vivió hasta los noventa y cinco años. Falleció dos días después de celebrar su cumpleaños, el 5 de mayo de 1944.

La reina imposible, Isabel Cristina de Brunswick-Wolfenbüttel (1691-1750)

$
0
0
Isabel Cristina de Brunswick-Wolfenbüttel fue la esposa de un aspirante a rey que salió derrotado de la sangrienta guerra de Sucesión al trono español. Rival de Felipe de Anjou, futuro Felipe V, el archiduque Carlos se encontraba en plena pugna por los territorios hispanos cuando se pactó su matrimonio con una dama de la familia imperial. Una mujer hermosa e inteligente que demostró sus buenas dotes para el gobierno durante su estancia en Barcelona. Pero al convertirse en emperatriz pasó a ser un mero objeto en los palacios vieneses donde solamente se esperaba de ella que engendrara al futuro emperador. 

Isabel Cristina de Brunswick-Wolfenbüttel, nació el 28 de agosto de 1691 en Brunswick. Isabel Cristina era la mayor de las tres hijas del duque Luis Rodolfo de Brunswick-Luneburgo y su esposa Cristina Luisa de Oettingen-Oettingen. Con tan sólo trece años, fue una de las candidatas que el emperador Leopoldo I buscaba para su hijo el archiduque Carlos. Escogida la joven Isabel Cristina como futura archiduquesa, la familia real se encontró con la desagradable sorpresa de su negativa a convertirse al catolicismo. Con una profunda fe protestante, estaba dispuesta a no casarse si eso suponía renegar de sus creencias, algo que exasperó a sus familiares quienes veían en este enlace un acercamiento importante a la familia imperial. Al final consiguieron doblegar su voluntad y en mayo de 1707 se convertía oficialmente al catolicismo en una ceremonia celebrada en Bamberg. 



Superado el escollo principal, la joven casadera se dispuso a viajar a España donde su futuro marido se encontraba en plena guerra de sucesión al trono español. Isabel Cristina llegaba al puerto de Barcelona en julio de 1708 y se casaba con el archiduque Carlos en la Iglesia de Santa María del Mar pocos días después. 

La guerra continuaba cuando en 1711 la muerte del emperador José I, que había sucedido a su padre Leopoldo I en 1705, provocó un cambio drástico en las estrategias políticas y dinásticas de Europa. Carlos se convertía entonces en el siguiente en la línea sucesoria a la corona imperial por lo que se hizo necesaria su presencia en Viena. Isabel Cristina se quedó en Barcelona como gobernadora dirigiendo los movimientos austríacos en España durante dos años. Y parece ser que no lo hizo mal, ejerciendo con responsabilidad y prudencia su papel. Pero en 1713 dejaba para siempre España y el sueño español para convertirse en emperatriz del Imperio Romano Germánico.



En su nuevo papel y en su nuevo hogar, Isabel Cristina se vio relegada por el poder que ejercían tanto su suegra como su cuñada en los pasillos y salones de palacio. Su excelente gestión política en España no fue tomada en consideración y nunca más se le permitió inmiscuirse en asuntos de gobierno. Lo único de lo que se tenía que preocupar era de engendrar herederos sanos. Algo que costó conseguir pues no fue hasta 1716 que dio a luz a un hijo al que se le llamó Leopoldo pero que no logró sobrevivir muchos meses. La emperatriz solamente consiguió traer al mundo a tres princesas, de las cuales dos llegarían a la edad adulta. En su largo calvario por engendrar un heredero, se sometió a remedios médicos más cercanos a la magia que a la ciencia y se vio obligada a ingerir grandes cantidades de vino tinto diario, pues entonces creían que aquello le ayudaría. Lo único que consiguieron fue hacer de la emperatriz una mujer deprimida, obesa y alcohólica. 



Incluso cuando su hija María Teresa llegó al poder en la década de 1740, no dejó que su madre participara en el poder. Los últimos diez años de su vida vivió arrinconada en palacio viendo la ascensión política de la que se convertiría en una de las emperatrices más poderosas de la historia de la dinastía de los Habsburgo. Isabel Cristina de Brunswick-Wolfenbüttel murió en Viena 21 de diciembre de 1750.

La dama del romanticismo, Madame de Staël (1766-1817)

$
0
0
Madame de Staël fue una mujer apasionada, valiente y dispuesta a escoger su propio destino. Hija del famoso ministro de finanzas francés, Jacques Necker, por quien sintió siempre una obsesiva admiración, Germaine creció en un ambiente intelectual y político que forjó una personalidad única. Autora de varias novelas que la convirtieron en todo un referente del romanticismo y ensayos políticos, Madame de Staël se codeó con nombres propios de la cultura europea como Goethe o Lord Byron, se comprometió con la Revolución Francesa y llegó a enfrentarse abiertamente con el todopoderoso Napoleón Bonaparte quien consiguió expulsarla de Francia pero no acallar su voz. Con una vida sentimental ajetreada, Madame de Staël fue dueña de su destino convirtiéndose en una mujer excepcional en su tiempo. 

Anne-Louise Germaine Necker nació el 22 de abril de 1766 en París. Sus padres eran Jacques Necker, ministro de finanzas de Luis XVI y Suzanne Curchord, una dama de origen suizo que organizaba el salón más concurrido durante la época de la Ilustración. Fue Madame Necker quien no sólo se encargó de la educación de su hija, sino que la llevaba a su propio salón literario donde sus invitados se deleitaban con aquella niña que desde bien pequeña demostró unas dotes intelectuales excepcionales. En 1784 la familia Necker, tras la caída del ministro, se trasladó a vivir a su propiedad suiza, el castillo de Coppet aunque un año después pudieron regresar a Francia.

Germaine junto a un
busto de su padre
El 14 de enero de 1786, en la capilla de la embajada sueca en París, tenía lugar el enlace entre Germaine Necker y Erik Magnus Staël von Holstein. La elección había sido meticulosamente estudiada por sus padres y ella lo aceptó como una buena hija. Mientras el barón de Staël, de treinta y siete años y embajador de Suecia, ofrecía al matrimonio prestigio social, Germaine, con veinte años y con una fortuna a sus espaldas, daba estabilidad económica. Un año después nacía su primera hija, bautizada como Gustavine, quien falleció dos años después. 

En aquel tiempo, Germaine empezó a escribir sus primeras obras, entre ellas, un drama romántico en tres actos titulado Sophie y una tragedia en cinco actos conocida como Jeanne Grey. Las dos obras se publicaron en 1790, el mismo año en el que nacía su segundo hijo, Auguste Louise. 

Dos años antes, a las puertas de la Revolución Francesa, Madame de Staël publicaba un ensayo sobre la personalidad política de Rousseau. Después de la Toma de la Bastilla, permaneció en París y se implicó en la revolución, abriendo un salón en la Rue du Bac que se convertiría en punto de encuentro de personalidades como Talleyrand. Sin embargo, el recrudecimiento de las posiciones y la llegada de la época del Terror, obligaron a los Staël a refugiarse en Coppet donde Germaine trasladó su salón literario y acogió a otros exiliados. 

En 1792 nacía Albert y cinco años después Albertine. Fue entonces, en 1797, cuando Germaine se separó formalmente de su marido, quien podría no haber sido el padre de alguno de sus hijos, pues ya en aquella época, Madame de Staël hacía una vida independiente y mantuvo algún que otro romance. 


Madame de Staël, retratada por la pintora Elizabeth Vigée Lebrun

Después de permanecer en Coppet, viajó a Inglaterra y regresó a París tras la caída de Robespierre. Unos años en los que continuó escribiendo. Con la subida al poder de Napoleón Bonaparte, una figura con la que no estuvo nunca de acuerdo, empezarían los problemas para Germaine quien no dudó de exponer abierta y públicamente sus opiniones acerca del papel del Corso en Francia y posteriormente en Europa. Tal fue el enfrentamiento entre estas dos fuertes personalidades, que Napoleón decretó en varias ocasiones su expulsión de París y de Francia.




En 1802 publicó su novela Delphine, enmarcada dentro del movimiento literario del romanticismo, en la que defendía la libertad de escoger a las personas amadas por encima de cualquier prejuicio y convencionalismo social. Algo que ella predicaba con el ejemplo, pues por aquel entonces mantenía una vida sentimental marcada por su propia voluntad y la libertad de movimientos. Poco tiempo después volvía a hacer las maletas y viajaba a Alemania, donde entró en contacto con grandes figuras literarias como August Wilhelm Schlegel. Tras regresar temporalmente a Coppet a la cabecera de su padre moribundo, marchó rumbo a Italia acompañada de Schlegel y Simonde de Sismondi, un escritor suizo. Un viaje que le dio la inspiración necesaria para escribir su obra más famosa, Corinne. De vuelta en Coppet, en 1808 escribió otra de sus obras cumbre, De l'Allemagne

El resto de su vida, Madame de Staël no dejó de viajar por media Europa, recorriendo Rusia, Finlandia, Suecia, Inglaterra o Italia, mientras observaba la caída del Emperador Napoleón. 

En el invierno de 1816, regresaba por última vez a París. Allí reabría su famoso salón que volvió a llenarse de políticos e intelectuales. Un tiempo que fue breve, pues el 14 de julio de 1817 fallecía en su hogar parisino.

 Si quieres leer sobre ella 


Madame de Staël, la baronesa de la libertad
Xavier Roca-Ferrer

La hermana fiel, Leonor de Habsburgo (1498-1558)

$
0
0
La vida de Leonor de Habsburgo estuvo siempre ligada a la de su hermano, el emperador Carlos V. Fue el hermano con el que se crió y el compañero en los últimos años de su vida. Se casó en dos ocasiones según los intereses políticos del emperador pero en ninguno de sus matrimonios, Leonor llegó a ser feliz. La separación de su hija fue el golpe más duro para una princesa cuya vida estuvo marcada por la ausencia de sus padres desde su infancia. A su padre, prácticamente no lo conoció y a su madre, con quien se reencontró en Tordesillas siendo ya una jovencita, la tuvo siempre como una desconocida. 

Leonor de Habsburgo nació en Lovaina, una localidad cercana a Bruselas, el 15 de noviembre de 1498. Por aquel entonces, sus padres, la futura reina Juana I de Castilla y Felipe de Habsburgo, llevaban poco más de dos años casados. En el verano de 1496, Juana había viajado desde el puerto castellano de Laredo hasta las tierras de su futuro esposo en Flandes. Leonor recibió el nombre de su abuela paterna, Leonor de Portugal y Aragón, esposa del emperador Federico III de Habsburgo. Cuando tenía dos años, nació su hermano Carlos y un año después su hermana Isabel.

En 1497 había fallecido su tío el príncipe Juan y un año después su tía Isabel. Cuando en 1500 moría el hijo de esta, Miguel, su madre la princesa Juana se situaba la primera en la linea sucesoria de las coronas de Isabel y Fernando. Urgía por ello regresar a Castilla para que Juana y Felipe fueran jurados por las cortes. En Flandes quedaron entonces los pequeños Leonor, Carlos e Isabel bajo la tutela de su tía Margarita de Habsburgo, viuda del príncipe Juan, quien ejerció como una madre para ellos. 

En 1416, convertida en una joven casadera, su hermano, consciente de que iba a heredar las coronas de su madre (su padre ya estaba muerto y su madre incapacitada por demencia) vigiló muy de cerca las relaciones de sus hermanas. Leonor, quien estaba estrechando lazos con el príncipe elector del Palatinado, Federico del Rin, tuvo que firmar ante notario que no había existido ninguna relación amorosa entre ambos que pudiera condicionar un futuro enlace de Leonor con algún pretendiente elegido por Carlos. 



Aquel mismo año fallecía Fernando el Católico y su nieto empezó a organizar un viaje a tierras castellanas para tomar posesión de su herencia hispana. Con él viajó su hermana Leonor quienes arribaron a la costa asturiana el 4 de septiembre de 1517 y pusieron rumbo a Tordesillas para reencontrarse con su madre y conocer a su hermana pequeña, Catalina, hija póstuma de Juana y Felipe. En Castilla conocerían a sus otros dos hermanos, Fernando y María.

Carlos empezó a buscar entonces un marido entre las cortes europeas. El elegido fue Manuel de Portugal, conocido como "El Afortunado", viudo de su tía, la princesa Isabel. Después de celebrarse en Zaragoza la boda por poderes en junio de 1518, Leonor partió hacia su nuevo hogar. Con el rey portugués tuvo dos hijos, un príncipe que falleció poco tiempo después de nacer y una infanta a la que bautizaron con el nombre de María. En diciembre de 1521, tras quedar viuda, Leonor fue requerida por su hermano. La reina de Portugal tuvo que dejar a su hija de apenas un año en la corte lusa.

Los siguientes años Leonor permaneció fiel a su hermano y aceptó ser utilizada como uno de los acuerdos que sellarían la paz entre Carlos V y Francisco I de Francia. En 1525, tras la batalla de Pavía, el rey francés cayó prisionero del rey castellano. El Tratado de Madrid incluía el matrimonio entre Francisco I y Leonor, enlace que se celebró en Illescas en 1526 pero que no llegó a consumarse. Liberado Francisco y vuelto a París inició las hostilidades con Carlos que terminaron con la firma de la Paz de las Damas en 1529, momento en el que Francisco reconoció oficialmente a Leonor como su esposa.

La vida de la nueva reina de Francia en su nuevo reino no fue en absoluto agradable. Además de tener que soportar las constantes infidelidades de su marido, Leonor no consiguió tener ninguna influencia en la corte parisina, una de las funciones que su hermano le pedía. En 1547 fallecía su esposo sin haberle dado descendencia. Leonor se encontró primero con su hermana María, reina viuda de Hungría, en Flandes y años después ambas viajaron a España para unirse al retiro de su hermano Carlos. 

Las dos hermanas vivieron un tiempo en el palacio de los duques del Infantado en Guadalajara. Fue entonces cuando Leonor pidió que su hermano intercediera ante la corte portuguesa para que su hija María pudiera viajar a Castilla y reencontrarse con ella. El frío encuentro entre madre e hija y la intención de esta de regresar a Portugal y no vivir con su madre como era su deseo, supuso un golpe mortal para Leonor quien murió poco tiempo después, el 18 de febrero de 1558, en Talavera la Real, a la edad de cincuenta y nueve años.

 Si quieres leer sobre ella


Leonor de Habsburgo, Yolanda Scheuber

El salto del orgullo, Ibolya Csák (1915-2006)

$
0
0
Los Juegos Olímpicos de 1936 pasaron a la historia por haber sido organizados por el Tercer Reich alemán. Unos juegos en los que Jesse Owens, un atleta de raza negra, fue el ganador indiscutible en un momento en el que la discusión sobre la superioridad de la raza aria copaba muchos ámbitos de la sociedad alemana. En aquellos juegos participaron también personas judías. Una de ellas fue Ibolya Csák, ganadora de la medalla de oro de salto de altura.

Ibolya Csáz había nacido el 6 de enero de 1915 en Budapest, en el seno de una familia de origen judío. Ibolya había sido una muchacha apasionada por el deporte que desde 1929 formaba parte del Club de Gimnasia Nacional Húngaro. Cuando se casó en 1935, dejó momentáneamente sus entrenamientos oficiales. Sin embargo, ella continuó entrenando a su manera aprovechando algunas de las tareas del hogar tales como retirar la nieve del camino o cortando leña para la chimenea. 

Meses antes de la celebración de los juegos de Berlín, Ibolya volvió a entrenarse profesionalmente para conseguir estar entre los clasificados para la competición. A pesar de que lo consiguió, dos semanas antes de iniciarse los juegos, el Comité Olímpico Alemán le comunicó que había sido rechazada. Aunque la versión oficial fue su mala actuación, lo cierto es que sus orígenes judíos no jugaron a su favor. 



Al final consiguió participar en los Juegos Olímpicos de Berlín y alcanzar los 162 centímetros en un salto de altura que le dio la medalla de oro. Ibolya Csák no fue la única atleta de origen judío que participó y consiguió medalla en los juegos organizados por el nazismo.

Dos años después consiguió otra medalla de oro en el Campeonato Europeo de Atletismo. Ibolya permaneció en el mundo del atletismo hasta el nacimiento de su hija, de su mismo nombre, en 1940. Dos años después nació su hijo Attila. Por aquel entonces, y hasta la década de 1970, trabajó en la Hungarian Banknote Printing. Falleció en Budapest el 10 de febrero de 2006.

La primera sufragista violenta, Edith New (1877-1951)

$
0
0
El número 10 de Downing Street, residencia del Primer Ministro británico, sufría en el mes de julio de 1908 un ataque con piedras que rompieron los cristales de la calle. Las autoras del acto vandálico fueron dos mujeres, Edith New y Mary Leight, dos sufragistas que decidieron iniciar la vía de la violencia para hacer oír sus reivindicaciones en favor del derecho al voto femenino. Edith era una joven maestra que se incorporó a las filas del Women Social and Political Union (WSPU) donde tuvo una activa participación. 

Edith Bessie New nació en junio de 1877 en Highworth, Inglaterra. Su padre, Frederick James New, era trabajador en el ferrocarril y su madre, Isabella Frampton era profesora de música. Edith creció en un hogar repleto de niños, los New tuvieron cinco hijos. Edith no llegó a conocer a su padre, pues cuando era un bebé de poco más de un año, su padre falleció en un accidente de tren. 

Tenía catorce años cuando empezó a trabajar como maestra en el Queenstown Infant’s School, por lo que la pequeña Edith debió haber recibido una buena educación, al menos suficiente para poder ejercer de profesora. Con el cambio de siglo, convertida en una muchacha de veintitrés años, encontramos a Edith en Londres donde empezó a participar en actos del movimiento sufragista WSPU hasta que fue nombrada en 1908 miembro de la organización de manera oficial. Edith demostró pronto que no estaba dispuesta a que sus reivindicaciones no fueran oídas. En enero de aquel mismo año se encadenaba con otra sufragista, Olivia Smith, a las puertas del Parlamento Británico al grito de “Votes for women!”, para radicalizar sus actos meses después con el ya citado lanzamiento de piedras en la casa del mismísimo primer ministro.



Ambas mujeres fueron detenidas y encarceladas, mientras que la dirigente sufragista Emmeline Pankhurst aplaudía aquel primer acto vandálico del movimiento sufragista. No fue el último, como tampoco fue la última vez que Edith New fue llevada a prisión, donde inició en varias ocasiones una huelga de hambre. Cuando en agosto fue liberada, sus compañeras sufragistas la recibieron a ella y a Mary Leight como una heroína. 

Con los años, Edith New terminó apartándose del activismo político hasta que dejó Londres para vivir en Talland, donde fallecería a los setenta y tres años, en marzo de 1951.

La hermana silenciada, Fanny Mendelssohn (1805-1847)

$
0
0
Cuentan los anecdotarios que cuando la reina Victoria I de Inglaterra escuchó por primera vez una canción titulada Italien, quedó tan conmovida que quiso felicitar personalmente a su autor, Felix Mendelssohn. Invitado a Buckinghan Palace por la monarca en 1842 para que interpretara la pieza en su honor, debió pasar un momento bastante embarazoso al confesar que dicha canción en verdad la había compuesto su hermana Fanny. Tanto o más virtuosa que su hermano, Fanny Mendelssohn tuvo que doblegarse ante las normas machistas de su tiempo, a pesar de que muchos, incluído su padre y su hermano, admiraron siempre su talento. Sólo el paso del tiempo y la recuperación de su obra por algunas firmas prestigiosas de música han colocado a la desconocida hermana de Mendelssohn en el lugar que su mundo nunca le dejó.

Fanny Cacilie Mendelssohn nació el 14 de noviembre de 1805 en la ciudad alemana de Hamburgo. Fue la mayor de los cuatro hijos del banquero y filántropo Abraham Mendelssohn y su esposa, Lea Salomon, ambos procedentes de distinguidas familias judías. Entre sus ancestros destaca el abuelo paterno, el filósofo Moses Mendelssohn. 

Educada en un ambiente exquisito, Abraham Mendelssohn quien pronto se fijó en las actitudes para la música tanto de Fanny como de su hermano Felix, decidió darles a ambos una formación específica. Desde pequeños demostraron un talento excepcional para la interpretación y la composición musical a partes iguales. 

Pero cuando crecieron, los roles sociales preconcebidos para hombres y mujeres truncaron la carrera de Fanny. Mientras que su hermano Felix pudo continuar con su carrera musical, ella tuvo que aceptar que la música, como dijo su propio padre, sería para ella un mero “ornamento”. 

Fanny Mendelssohn contrajo matrimonio en 1829 con un pintor de la corte prusiana, Wilhelm Hensel, con quien se instaló en Berlín. Allí tuvo que aceptar su nuevo rol de esposa y madre de un único hijo. Tuvo suerte sin embargo, pues su marido aceptó que Fanny continuara componiendo y organizando uno de los salones culturales más famosos de la ciudad en el que se dieron cita otros compositores e intérpretes como Franz Liszt o Clara Schumann. Con el apoyo incondicional de Wilhelm, Fanny publicó en 1837 una de sus canciones firmadas con su nombre y no con el de su hermano como sucedió con muchas otras de sus obras.

La única vez que Fanny Mendelssohn tocó en público fue al año siguiente, en 1838, cuando interpretó una pieza de su hermano Felix, el Concierto para Piano Nº.1. 




Un año antes de su muerte, Fanny publicó una compilación de canciones compuestas por ella. Poco disfrutó de la notoriedad pública como compositora. El 14 de mayo de 1847 falleció a los cuarenta y un años mientras interpretaba una obra de su hermano. Felix Mendelssohn, impresionado con la muerte de su amada hermana, nunca se recuperó de su pérdida. Moría seis meses después. Antes pudo terminar su última obra, un cuarteto de cuerda dedicado a Fanny. 

La duquesa de Europa, Wilhelmine von Sagan (1781-1839)

$
0
0
Cuando en Europa ha había vivido una revolución que había desmoronado el Antiguo Régimen y todo el viejo continente temblaba ante la llegada de las tropas de Napoleón, el futuro se dilucidaba en una de las muchas posesiones de una duquesa de origen prusiano. Wilhelmine, que así se llamaba, tuvo una azarosa vida privada y una vida pública comprometida con su pueblo. Odiaba abiertamente al Corso y no dudó en apoyar la alianza contra él. De toda su biografía, la relación que mantuvo con Metternich, el artífice del Congreso de Viena, es lo que la hizo famosa. 

Katharina Friederike Wilhelmine Benigna nació el 8 de febrero de 1781 en Mitau, una localidad perteneciente al ducado de Curlandia, en la actualidad Lituania. Sus padres fueron el duque de Curlandia, Peter von Biron, y su tercera esposa, Anna Charlotte Dorothea von Medem. Wilhelmine compartió su infancia en Mitau con otros tres hermanos, hijos de su padre con sus anteriores esposas y recibió una exquisita educación. 

En 1795 la familia ducal tuvo que dejar Mitau cuando el zar de Rusia obligó a ceder sus posesiones y se trasladaron al ducado de Sagan, en Silesia, adquirido por su padre unos años antes. Wilhermine heredaría este ducado y otras propiedades como el condado de Náchod, en Bohemia.
Dorothea von Meden
con su hija Wilhelmine y
una de sus hermanas.
Convertida en una joven hermosa e inteligente, Wilhelmine se enamoró perdidamente del general sueco Gustav Armfelt. Gustav, además de ser su tutor y un hombre casado, mantenía una relación con su madre. La pareja, que mantuvo por un tiempo su relación en secreto, tuvo una hija en enero de 1801. El nacimiento de la pequeña Adelaide Gustava Aspasia fue doblemente traumático para Wilhelmine. Además de que el mal parto la dejó incapacitada para volver a concebir de nuevo, se arrepintió toda su vida de haber dado a la niña en adopción a unos familiares de su amante. Este, para intentar concluir su relación dignamente, le buscó a Wilhelmine un marido. El elegido fue el príncipe Luis de Rohan-Guémenée, un noble francés del que se divorció en 1805. El mismo año en el que se casó con otro príncipe, un tal Vasily Troubetzjoy con el que permaneció apenas un año. Su tercer matrimonio, celebrado en 1819 con el príncipe Karl Rudolf von der Schulenburg se alargó hasta 1828, pero también terminó en divorcio. Como Wilhelmine no podía tener hijos naturales, protegió durante toda su vida a un gran número de niñas huérfanas. 

Convertida en duquesa de Sagan, Wilhermine fue un alma libre que alternaba sus viajes por media Europa con sus estancias en las distintas posesiones heredades en Viena, Praga, Nachod o Sagan. Fue en la capital vienesa donde su salón se convertiría en centro de encuentro de aristócratas, intelectuales y políticos de su tiempo. Muchos de ellos intentaron conquistar el corazón de la duquesa, y algunos lo consiguieron. El romance más sonado de la duquesa fue sin duda su relación con el príncipe Metternich, ministro del Imperio Austriaco, a quien había conocido en 1801 pero con quien iniciaría su idilio en 1813. Su relación no se ciñó al ámbito estrictamente amoroso pues Wilhelmine llegó a influir en el ánimo de Metternich a quien intentó convencer de llevar a cabo una política antinapoleónica. De hecho, las negociaciones que llevaron a la alianza entre Prusia, Rusia y Austria tuvieron lugar en el castillo de Ratiborice, una de las posesiones de la duquesa. El romance con Metternich finalizó pocos meses después. 

La duquesa de Sagan falleció el 29 de noviembre de 1839 en Viena.

 Si quieres leer sobre ella 


La duquesa de Sagan, Ildefonso Arenas


Tras los hilos del poder, Germana de Foix (1488-1538)

$
0
0
La vida de Germana de Foix estuvo muy ligada al poder. Miembro de la familia real francesa, se casó en tres ocasiones, la primera con el rey viudo Fernando el Católico y las dos siguientes con el duque de Brandemburgo y el duque de Calabria. Durante unas horas, el hijo que tuvo con su primer esposo dividió el proyecto unitario de los Reyes Católicos. Amante de Carlos V, nieto de Fernando el Católico, tuvo con él una hija ilegítima. Convertida en duquesa por orden del joven rey emperador, Germana demostró tener mano dura en la gestión de Valencia como su virreina, cargo que le fue asignado por Carlos. 

La marioneta de Francia

Germana de Foix nació en la ciudad francesa de Estampes en el año 1488. Hija del vizconde de Narbona, Juan de Foix, y María de Orleans, hermana del rey Luis XII de Francia, Germana creció en la corte de París donde vivió junto a su hermano Gastón de Foix. 

En 1505, uno de los muchos conflictos armados entre Francia y los reinos peninsulares concluía con la firma del Tratado de Blois. Según este, el rey Luis XII daba a su sobrina en matrimonio a su otrora enemigo, Fernando el Católico. El rey aragonés tenía entonces cincuenta y tres años y hacía pocos meses que había enviudado de su primera esposa, Isabel I de Castilla. Por su parte, Germana era una jovencita de apenas dieciocho años. Este segundo matrimonio de Fernando suponía una amenaza para su hija Juana y su esposo Felipe, llamado El Hermoso. Si nacía un hijo del nuevo matrimonio, los desbancaría de la orden sucesoria a la Corona de Aragón. Y así sucedió cuando en 1509 Germana daba a luz al infante Juan que mantuvo los reinos de Castilla y Aragón separados tan sólo unas pocas horas, las que consiguió sobrevivir el desdichado recién nacido.

Desde entonces y hasta su muerte, Fernando no sólo continuó confiando en su esposa para ejercer el poder en su ausencia sino que se empeñó en conseguir un heredero para sus reinos. Algo que, según algunos historiadores, aseguran que fue la causa de su muerte en 1516. El rey habría abusado de infusiones destinadas a fortalecer su capacidad sexual. Antes de morir pidió a su nieto Carlos que cuidara de su esposa. 




La amante del emperador
Cuando el nuevo rey pisaba tierras castellanas contaba con diecisiete años. Su abuelastra veintinueve. Después de su primer encuentro, ambos estrecharon lazos hasta convertirse en amantes. Una relación de la que nacería una hija, conocida como Isabel y que sería entregada al convento de Nuestra Señora de Gracia de Madrigal de las Altas Torres donde también vivían otras dos hijas ilegítimas de su marido difunto. 

A pesar de que ambos estaban muy unidos y Germana jugó un importante papel como asesora en los primeros momentos de la estancia de Carlos en España, las habladurías obligaron al nuevo monarca a poner distancia. La solución pasaba por buscar un buen marido para Germana. El elegido fue el duque de Brandemburgo, llamado también Fernando, y que formaba parte del séquito de Carlos, con quien se casó en junio de 1519. 

La virreina poderosa
El rey nombró a la nueva pareja virreyes de Valencia donde Germana demostró grandes capacidades de gobierno y una mano dura para reprimir un levantamiento como el de las Germanías. 

En 1525 enviudaba por segunda vez y se casaba en terceras nupcias con otro Fernando, duque de Calabria, con el que vivió hasta el final de sus días y del que recibió un amor sincero y profundo. Germana de Foix fallecía el 15 de octubre de 1536.

La dulce madre del monstruo, Klara Hitler (1860-1907)

$
0
0
Klara Pölz era una mujer dulce, adorable y devota, que pasó a la historia por haber engendrado a Adolf Hitler. Fue, de hecho, el primero de sus seis hijos que conseguiría sobrevivir a la dura infancia de penurias y llegar a la edad adulta, igual que su hermana Paula. Klara vería morir con profunda tristeza a sus otros hijos. Madre abnegada, Klara amó siempre a su hijo Adolf, al que protegió de un padre agresivo y obsesionado en hacer de su único descendiente varón una copia de él mismo. Como el propio Adolf Hitler afirmaría en su obra Mein Kampf, el amor por su madre fue también profundo. De hecho, el médico de la familia aseguró que nunca había visto a nadie "tan destruido por el dolor como Adolf Hitler" cuando sufrió la pérdida prematura de su madre. El mismo médico afirmó también que Klara "se revolvería en su tumba si supiera lo que fue de él1". 

Klara Pölz nació el 12 de agosto de 1860 en la ciudad austriaca de Spital. Su padre, un granjero llamado Johann Baptist Pölzl se había casado con Johanna Hiedler, con quien tuvo once hijos, de los cuales solamente sobrevivieron Klara y dos de sus hermanas pequeñas. Como parte de una familia humilde, Klara no tuvo una infancia muy fácil y con dieciséis años tuvo que marchar a Braunau am Inn donde ingresó como criada en el hogar de uno de sus primos, Alois Hitler. Alois, un funcionario de aduanas de treinta y nueve años, estaba entonces casado con Anna Glassl con quien no tuvo hijos y se separó en 1880 para formalizar su relación con Franciska Matzelberger, una sirvienta con la que se casó tres años después y con quien tuvo dos hijos. En aquel tiempo, la nueva señora Hitler quiso que Klara marchara de la casa por miedo a que se convirtiera en una rival para ella. En 1884 fallecía la segunda esposa de Alois y éste hizo volver a su prima con quien inició una relación que derivó en una sencilla boda el 7 de enero de 1885. 


Poco tiempo después nacía el primer hijo de la pareja, Gustav, al que seguirían Ida y Otto. Klara vio con desespero como los tres fallecían siendo bebés. El 20 de abril de 1889 nacía Adolf, quien dio gran consuelo a su madre. Años después, la pequeña familia Hitler se trasladaba a vivir a Passau, en Baviera, donde nacería Edmund, otro hijo que no sobreviviría. 

Alois volvió a ser trasladado, esta vez a Linz, pero la familia permaneció en Passau hasta que pudo instalarse en Leonding, una localidad cercana. Para entonces ya había nacido Paula, la última hija que junto con Adolf, sí sobreviviría. 

Klara Hitler no tuvo un matrimonio feliz. Alois era un hombre violento y autoritario que, además, obligó a su hijo Adolf, quien soñaba en convertirse en artista, a estudiar para llegar a ser funcionario como él. Un conflicto padre - hijo en el que Klara tuvo que mediar en muchas ocasiones hasta que Alois falleció en 1898. A pesar de que a partir de entonces Adolf pudo convencer a su madre de que quería seguir sus propios sueños, la familia quedó en una situación bastante precaria. Aún así, la pensión de viudedad le permitió a Klara, ayudada por su hermana Johanna, quien se trasladó a vivir con ella, pagar a Adolf unos estudios de arte en Viena. 

La tranquilidad familiar se truncó cuando a Klara se le detectó un cáncer de mama que la llevaría pronto a la tumba. A pesar de que el médico de la familia, Eduard Bloch, hizo todo lo posible por salvarle la vida, Klara Hitler falleció el 21 de diciembre de 1907. La desaparición de su madre fue posiblemente el único momento en el que Adolf Hitler mostró sentimientos profundos por otro ser humano. Son muchos los testimonios que han quedado del amor sincero que sintió por Klara. 

Años después, Adolf Hitler agradecería al doctor Eduard Bloch, de origen judío, su labor en los últimos momentos de vida de su madre permitiendo que huyera de Alemania con su esposa. 

______

1. Valquirias, Miguel del Rey y Carlos Canales, pág. 33

 Si quieres leer sobre ella 

Valquirias, Miguel del Rey y Carlos Canales, pág. 33


La reina desdichada, Isabel de Borbón (1602-1644)

$
0
0
La vida de Isabel de Borbón no fue un camino de rosas. Desde que saliera de su mundo infantil en la corte francesa rodeada de hermanos y medio hermanos, Isabel, siendo aún una niña, llegó a España para casarse con quien se convertiría en Felipe IV. La nueva reina española tuvo que soportar las infidelidades de su marido, en especial sus amoríos con la Calderona y ver como nacían hijos ilegítimos mientras ella sufría continuos abortos o muertes prematuras de sus hijas. El control ejercido sobre su persona por parte del valido real y la constante sospecha de enemiga en palacio por su origen francés en un tiempo en el que ambos países se enfrentaron continuamente hicieron que Isabel de Borbón tuviera una existencia desdichada. Solamente al final de su vida Felipe IV se dio cuenta de que tenía a su lado a una mujer inteligente, culta, capaz de gobernar en su ausencia y de darle el cariño que había buscado en manos de otras mujeres. Pero fue demasiado tarde.

En 1612, tras largas y complicadas negociaciones, España y Francia acordaban una doble alianza matrimonial entre miembros de sus respectivas casas reales. El príncipe Felipe se casaría con la princesa francesa Isabel de Borbón mientras su hermano, el futuro Luis XIII, contraería matrimonio con Ana de Austria, hermana de Felipe. Isabel tenía entonces solamente diez años. Había nacido el 22 de noviembre de 1602 en el Palacio de Fontainebleau y fue recibida con una cruel indiferencia por parte de su madre, la reina María de Médicis, quien había creído a pies juntillas la profecía de una religiosa quien le aseguró que daría a luz tres varones consecutivos. Isabel rompía la racha. 

La infancia de la princesa transcurrió en el palacio de Saint-Germain-en-Laye, un lugar tranquilo y apartado de la corte parisina en el que compartió educación y juegos con sus hermanos legítimos y los hijos que su padre, el rey Enrique IV, tuvo de sus constantes amoríos. Hasta que su destino y el de su hermano mayor Luis se vio marcado por su deber de estado.



El 17 de octubre de 1615 se celebraba en París la boda por poderes de los príncipes y dos meses después ambas comitivas reales se encontraban en el río Bidasoa donde tuvo lugar el intercambio de princesas. Antes de que terminara el año, Isabel se había instalado en Madrid. Felipe tenía entonces diez años y la princesa francesa trece con lo que se decidió que, por el momento, tuvieran vidas separadas. 

No fue hasta el año 1620 que Felipe e Isabel consumaron su matrimonio y meses después la princesa quedaba embarazada. En aquellos mismos días, España afrontaba la muerte del rey Felipe III. Con la subida al trono del joven Felipe IV accedía al poder un nuevo valido. Parecía que la historiase repetía. El conde-duque de Olivares no sólo ejerció desde el primer momento una fuerte influencia sobre el monarca sino que controló en todo momento el entorno de la nueva reina. Como ya ocurriera con el duque de Lerma y Margarita de Austria, el conde-duque de Olivares le dio a su esposa, Inés de Zúñiga, el título de camarera mayor de la reina.

El 14 de agosto de 1621 nacía la infanta María Margarita. Esta pequeña princesa iniciaría una triste lista de abortos y nacimientos que no pasaron de sobrevivir escasos años o meses. De los ocho alumbramientos que tuvo que sufrir Isabel, solamente dos, el príncipe heredero Baltasar Carlos y la princesa  María Teresa de España, futura reina de Francia, terminarían sobreviviendo. Y mientras la reina desesperaba viendo cómo sus hijos perdían la vida sin consuelo, debía soportar el nacimiento de los hijos ilegítimos de su marido. Entre ellos, Juan José de Austria, quien nació el mismo año que Baltasar Carlos. El bastardo fue fruto de los amoríos entre Felipe IV y la actriz María Calderón, conocida La Calderona y sería aceptado en la corte años después. 

Isabel de Borbón tuvo que soportar también la terrible presión que supusieron las constantes guerras entre su país natal, Francia, y su patria de adopción. A pesar de que en marzo de 1626 consiguió que ambos países firmaran un armisticio estando ella como gobernadora mientras Felipe IV estaba de viaje en Aragón, en conflictos posteriores la sombra de la traición hacia España sobrevolaría sus aposentos.



Fue al final de su vida que Isabel de Borbón consiguió ganarse el afecto de su pueblo y su marido. Durante los conflictos acaecidos en 1642 la reina inició una colecta para poder sufragar los gastos del ejército y se volcó de lleno en el gobierno del reino. “Valerosa matrona”  fue el calificativo que recibió de distintos libelos populares quienes vieron un gran contraste entre la actitud de Isabel y la pasividad del rey y su valido. Al año siguiente, la llamada como “conjura de las mujeres” ayudaría a terminar de una vez por todas con la influencia del conde-duque de Olivares sobre Felipe IV. Ana de Guevara, antigua nodriza del rey y la duquesa de Mantua, antigua virreina de Portugal, se acercaron al monarca para hacerle saber las malas artes del valido. Su enfrentamiento con la reina en lo referente a la necesidad de formar casa propia para el príncipe Baltasar Carlos, fue el detonante que llevó a Felipe IV a informar en una breve nota a su valido, que debía dejar el palacio.



Empezó entonces un breve periodo de felicidad en la vida de la reina quien recibió al fin el reconocimiento de su marido, no sólo en lo concerniente a su capacidad para gobernar (llegó a decir, “mi privado es la reina”) sino que también pudo acercarse a su intimidad. Era, sin embargo, demasiado tarde. El 6 de octubre de 1644, tras sufrir un nuevo aborto, la reina fallecía. 

Felipe IV solamente pudo llorar a una esposa a la que no correspondió como se merecía. Dos años después de la muerte de la reina fallecía Baltasar Carlos, dejando a la corona en una situación nuevamente comprometida. Urgía encontrar nueva esposa. 

Las desdichas de la escritora, Condesa de Ségur (1799-1874)

$
0
0
Las desventuras de Sofía es uno de los cuentos infantiles más conocidos de la Condesa de Ségur. Para su protagonista escogió el mismo nombre con el que ella fue bautizada. No sólo eso, sus historias están repletas de experiencias propias que hicieron de sus relatos historias realistas y moralistas. Escritora tardía, la Condesa de Ségur tuvo una vida difícil. Después de una infancia rebelde en Moscú, su matrimonio en París no fue un camino de rosas. Solamente el consuelo de su amplia prole, tuvo ocho hijos y nietos, la acompañó hasta el final de sus días.

Sofía Fiódorovna Rostopchiná nació el 1 de agosto de 1799 en el seno de una familia perteneciente a la aristocracia rusa. Su padre, el conde Fiodor Rostopchin era teniente general de infantería y canciller del zar Pablo I y su madre, Catalina Protassova había sido dama en la corte de Catalina II. La magnífica y extensa propiedad familiar a pocos kilómetros de Moscú fue el escenario de la infancia de Sofía donde fue educada en las más estrictas normas de conducta de la aristocracia. Unos corsés que ya de pequeña la hicieron rebelarse contra el orden establecido, ganándose reprimendas y duros castigos de su propia madre. 

La llegada de las tropas de Napoleón a tierras rusas en 1812 puso al ejército del zar en pie de guerra. El conde Fiodor Rostopchin, que entonces era gobernador de Moscú, dirigió una estrategia de contención del enemigo basada en la quema de muchas zonas de la ciudad. A pesar de que consiguió alejar a los franceses, su decisión no fue en absoluto popular. Así, la familia de Sofía cayó en desgracia a los ojos del zar y se vieron obligados a marchar a un largo exilio que los llevó por distintos lugares de Europa hasta recabar definitivamente en París.

Fue en su nueva patria de adopción donde Sofía se casaría en 1819 con el conde Eugène de Ségur, con quien llegaría a tener ocho hijos. A pesar de que el matrimonio se inició feliz, pronto Sofía descubrió en su marido a un hombre volátil que se ausentaba de su lado siempre que podía y mantenía relaciones extraconyugales. Instalada en el castillo de Nouettes, regalo de su padre, Sofía se alejó del mundo ajetreado de la capital francesa y se refugió en sus hijos y posteriormente en sus nietos.

La Condesa de Ségur no empezó a escribir hasta los cincuenta y ocho años. Sus Nuevos cuentos de Hadas tuvieron tan buen recibimiento que desde entonces no dejó de escribir historias infantiles con altas dosis de realismo y mensajes moralistas. Fueron un total de diecinueve novelas las que escribió entre 1857 y 1871, momento en el que, ya viuda y con problemas económicos, se vio obligada a vender Nouettes y trasladarse a vivir a un piso de París donde falleció el 9 de febrero de 1874. 

La amada Evita, Eva Perón (1919-1952)

$
0
0
En los últimos días de julio del año 1952, la capital de Argentina lloraba la muerte de una mujer joven que había dejado una profunda huella en la historia de su país. Miles de personas se postraron ante el féretro de Eva Perón, conocida por el pueblo como Evita. Un pueblo en el que se volcó en cuerpo y alma para ayudar a salir de la pobreza y superar la injusticia social. Evita fue la primera mujer argentina en ejercer un papel activo como primera dama de su país; fundó distintas organizaciones para solventar la miseria de muchos; defendió con uñas y dientes los derechos de las mujeres, consiguiendo que se aprobara el sufragio femenino. No es de extrañar que Eva Perón se convirtiera en un mito, en un icono que pasó a la historia como Evita. 

Eva María Ibarguren Duarte nació el 7 de mayo de 1919. Su lugar de nacimiento es aún hoy una cuestión de estudio y debate por parte de historiadores que barajan dos lugares, Junín y La Unión. Su padre, Juan Duarte, era un político conservador que mantenía dos familias a la vez. Además de vivir con su esposa legal y sus seis hijos legítimos, Juan Duarte mantenía una relación con Juana Ibarguren, de origen criollo, con quien tuvo cinco hijos. Una situación que era "normal" entre los hombres de las clases altas argentinas. Eva fue la pequeña de los hijos ilegítimos de Juan Duarte y Juana Ibarguren.

La familia de Eva vivió en el campo hasta que su padre falleció en 1926, cuando ella tenía apenas seis años. Su madre, desprotegida legalmente, se trasladó con sus hijos a Los Toldos donde empezó a trabajar como costurera para sacar adelante a su amplia prole. Mientras su madre y alguno de sus hermanos mayores intentaban traer dinero al humilde hogar, Eva inició sus estudios en una escuela primaria. Pero desde muy pronto demostró no ser muy buena estudiante, mientras mostraba un claro interés por el mundo del teatro. En los años siguientes, madre e hijos fueron trasladando su vivienda a distintos lugares en los que Eva continuaba disfrutando con las actividades artísticas de las escuelas en las que ingresaba. 




Cuando terminó sus estudios de primaria, recién estrenado el año 1935 y sus quince años, decidió emigrar a Buenos Aires en busca de un sueño, convertirse en artista. Acompañada primero de su madre y protegida más adelante por su hermano Juan, empezó a hacer sus primeros trabajos en papeles secundarios en distintas obras de teatro hasta que un año después de llegar a la capital argentina consiguió un contrato en la Compañía Argentina de Comedias Cómicas. Tras distintas incursiones tímidas en el cine y en portadas de revistas, le llegó una gran oportunidad en el mundo de la interpretación en radioteatros. En 1938 consiguió entrar en la Compañía de Teatro del Aire y en 1942 era contratada por la Compañía Candilejas. Aquella carrera artística no sólo le serviría para conseguir su sueño y una vida más o menos acomodada, sino que sería para la futura Eva Perón una gran experiencia para hablar en público y enganchar con su fuerza y su carisma a todos los que la escuchaban. En 1943 Eva empezó a implicarse en los movimientos sindicales ayudando a fundar la Asociación Radial Argentina, el primer sindicado de los trabajadores del sector radiofónico. 




El 22 de enero de 1944 cambiaría la vida de Evita. En una colecta solidaria a favor de las víctimas del terremoto de San Juan, la joven Eva conocería a Juan Domingo Perón. Viudo desde 1938 y veinticuatro años mayor que ella, había protagonizado un año antes un golpe de estado militar que había terminado con el gobierno conservador. 

Un mes después de conocerse, empezaron a vivir juntos en el apartamento de Eva. La felicidad de la pareja se vio truncada cuando el 8 de octubre de 1945 un golpe de estado dirigido por el general Ávalos puso a Perón en una situación complicada, siendo detenido cuatro días después. La reclusión de Perón duró muy poco gracias a la reacción de los sindicatos que se movilizaron masivamente y forzaron su liberación. Días después, el 22 de octubre, Juan y Eva se casaban.




Como marido y mujer, la pareja empezó conjuntamente a trabajar en la carrera hacia la presidencia de Perón. Algo totalmente inaudito en la historia de Argentina donde por primera vez la esposa del candidato participaba activamente en la campaña electoral. El 24 de febrero de 1946 Juan Domingo Perón ganaba las elecciones y se convertía en presidente de Argentina. Eva Perón, como primera dama, no se limitó a acompañarlo a los actos oficiales sino que puso en marcha una amplia labor para mejorar la situación de los más desfavorecidos y luchar en favor de los derechos de las mujeres. 




Tres días después de la victoria electoral de su marido, Evita daba su primer discurso político en el que defendió abiertamente el sufragio femenino. Un derecho de las mujeres que en Argentina se alcanzó en 1947. Dos años después daba un paso más y fundaba el Partido Peronista Femenino para que las mujeres tuvieran un papel más activo en la vida social y política del país. 

Aquel mismo año de 1947 Eva y Juan Perón iniciaron una amplia gira por distintos lugares del mundo, España, Italia, Francia, Suiza, Brasil, Uruguay, entre otros, donde Evita ejerció como embajadora de buena voluntad mientras tomaba nota de las distintas actividades sociales realizadas en estos países para mejorar la situación social de los trabajadores y desamparados.




De vuelta a Argentina, creaba la Fundación Eva Perón desde la que ayudó a un gran número de personas mientras mantenía estrechas relaciones con los sindicatos para trabajar por los derechos laborales. 

Cuando en 1951 se convocaron unas nuevas elecciones, los sindicatos propusieron a Evita como candidata. Pero los sectores peronistas más conservadores consiguieron frenar una iniciativa totalmente rompedora para su tiempo. De todos modos a Eva Perón le quedaba muy poco tiempo de vida. Un cáncer de útero terminó con su vida el 26 de julio de 1952 cuando tenía solamente treinta y tres años de edad. 




El pueblo argentino quedó conmocionado por la muerte de su amada Evita, quien además de recibir infinidad de condecoraciones, fue despedida con un multitudinario funeral de estado, a pesar de no ejercer oficialmente ningún cargo político. Años después, tras la caída del peronismo, su cuerpo fue secuestrado y trasladado de un lado a otro en una truculenta operación en la que sus restos fueron profanados. No fue hasta 1976 que el cadáver de Eva Perón fue entregado a sus familiares, quienes la enterraron en el Cementerio de la Recoleta de Buenos Aires donde descansa para siempre.

 Si quieres leer sobre ella 

Evita, realidad y mito
Felipe Pigna







Divas Rebeldes
Cristina Morató







http://www.evitaperon.org/

http://www.museoevita.org.ar/ 

A la sombra de Alberti, María Teresa Goyri (1903-1988)

$
0
0
El gran poeta Rafael Alberti amó hasta el final de sus días a una mujer extraordinaria. Una mujer con la que compartió las penalidades de la guerra y el exilio pero también el amor por las palabras. María Teresa Goyri no fue, solamente, la mujer del poeta. Fue también, y sobre todo, una magnífica escritora de la Generación del 27 cuya obra, por desgracia, aún hoy no es ampliamente conocida. Nacida en un mundo culto y burgués, dejaría todos los lujos que tenía a su alcance y una vida acomodada para alcanzar el sueño de la intelectualidad. 

María Teresa León Goyri nació el 31 de octubre de 1903 en Logroño, en el seno de una familia acomodada. Su padre, Ángel León, era coronel del ejército y su madre, Olivia Goyri era prima de María Goyri, esposa de Ramón Menéndez Pidal. María Teresa creció en un ambiente culto, no en vano, su tía María había sido una de las primeras mujeres de la historia de España en conseguir un doctorado en Filosofía y Letras. Aún así, a pesar de tener a su alcance un mundo ilustrado, su familia y su entorno no vio con buenos ojos que la joven María Teresa quisiera continuar estudiando más allá de los catorce años, edad en la que se consideraba que una chica ya había alcanzado todo el conocimiento al que podía aspirar. 

Tenía solamente diecisiete años cuando contrajo matrimonio con Gonzalo Sebastián Alfaro, con el que tendría dos hijos y de quien se separaría antes de cumplir una década juntos. En aquel tiempo, María Teresa Goyri inició su carrera como escritora publicando artículos en el Diario de Burgos bajo el pseudónimo de Isabel Inghirami y que desterró poco tiempo después para firmar con su propio nombre. A punto de finalizar la década de 1920, publicaba su primera obra, Cuentos para soñar. Por aquel entonces, fue cuando María Teresa conocería al gran amor de su vida, al poeta Rafael Alberti, con quien se casó por lo civil en 1932.



Empezaba entonces una larga vida juntos en la que viajaron por toda Europa, continuaron escribiendo y fundaron la revista Octubre. El golpe de estado militar del 36 cogió a la pareja en Ibiza, de donde escaparon consiguiendo llegar a Madrid. En los primeros meses de la guerra civil, María Teresa se volcó en el mundo del teatro madrileño, se afilió junto con Alberti al Partido Comunista y se vinculó a la Alianza de Escritores Antifascistas. Junto con otros intelectuales de la Generación del 27, participó también en la Junta de Defensa del Tesoro Artístico Nacional que luchó por mantener intactas obras de arte amenazadas por los bombardeos. 

El final de la guerra supuso el inicio de un largo exilio que los llevó primero a París y después a Argentina, donde permanecieron más de dos décadas y donde nacería su única hija Aitana. En 1963 se trasladaron a vivir a Roma hasta que en abril de 1977 pudieron regresar a España.



Por aquel entonces, María Teresa ya sufría el mal de Alzheimer que la condenó al ostracismo de un sanatorio madrileño en el que fallecería el 13 de diciembre de 1988.

A pesar de la gran valía que se le reconoce a María Teresa Goyri como escritora, a día de hoy, aún no se han publicado en España todas sus obras. 

Saltando las cataratas del Niágara, Annie Edson Taylor (1838-1921)

$
0
0
Recién estrenado el siglo XX, cuando los deportes de aventura eran casi ciencia ficción, una mujer con más de seis décadas a su espalda, decidió saltar los rápidos de las cataratas del Niágara convirtiéndose en la primera persona, al menos documentada, que realizara semejante hazaña. Metida en un barril y recostada en su almohada de la suerte, Annie Edson Taylor, que así se llamaba la osada abuelita, se lanzó desde lo más alto del Niágara para recaudar dinero que mejorara su situación económico en los últimos años de su vida. Si es que sobrevivía. 

Annie Edson Taylor había nacido el 24 de octubre de 1838 en una localidad cercana a Nueva York conocida como Auburn en el seno de una amplia familia de ochos hijos. Cuando su padre murió, Annie tenía solamente doce años pero dejó a su esposa una renta suficiente para poder salir adelante. Annie fue una buena estudiante y terminó convirtiéndose en maestra, se casó y tuvo un hijo, al que perdió siendo un niño.

Cuando Annie se quedó viuda quiso asegurar su vejez económicamente y no se le ocurrió otra cosa que idear alguna acción espectacular que llamara la atención sobre ella y le terminara reportando beneficios. Así que decidió buscar un patrocinador para la hazaña que había decidido realizar, saltar las cataratas del Niágara dentro de un barril forrado con un colchón para que amortiguara los golpes y oxígeno inyectado artificialmente para que pudiera respirar.



El día que cumplía sesenta y tres años fue el elegido por Annie para lanzarse en su barril ante la atenta mirada de una multitud de curiosos y periodistas que se habían congregado en la zona. Unos veinte minutos duró el salto y el viaje por los rápidos del Niágara. Con gran expectación, el público vio salir a la viejecita del barril con una herida en la cabeza y poco más. 



Durante los meses siguientes, Annie y su representante ganaron una importante cantidad de dinero ofreciendo entrevistas y vendiendo recuerdos de la curiosa aventura. Hasta que un día, el afamado representante desapareció sin dejar rastro. Había huído con todo el dinero. Lo poco que le quedó a Annie lo malgastó en detectives que no lograron encontrarlo.

Annie Taylor falleció dos décadas después, el 29 de abril de 1921 después de un largo olvido sobre su persona y su salto.

La reina contra el valido, Margarita de Austria-Estiria (1584-1611)

$
0
0
Felipe III se casó solamente una vez. Su matrimonio con Margarita de Austria-Estiria, fue prolífico en herederos, hasta ocho vástagos en una década, entre ellos el futuro Felipe IV. El suyo fue también un enlace feliz, en el que el rey amó y respetó siempre a su culta y devota esposa. Entre ellos se interpuso sin embargo la todopoderosa figura del valido. El duque de Lerma creyó que iba a dominar la voluntad de la reina de la misma manera que lo había hecho con el monarca. Lo que no esperaba Francisco de Sandoval y Rojas era que Margarita cuestionara su política y se inmiscuyera en los asuntos de gobierno hasta el punto de poner en peligro su posición privilegiada. 

Margarita de Austria-Estiria nació el día de Navidad de 1584 en la ciudad austriaca de Graz, donde residían sus padres, los archiduques Carlos II de Estiria y María Ana de Baviera. Margarita era miembro de la familia imperial de los Habsburgo por lo que se podía esperar que ella o una de sus hermanas terminara convirtiéndose en reina de España. Fue el mismo Felipe II quien antes de morir escogió a la que tendría que ser esposa de su hijo Felipe. El monarca español tenía a cuatro archiduquesas entre las que escoger a su futura nuera. Después de descartar a unas por mala salud y tras la muerte inesperada de la principal candidata, fue la archiduquesa Margarita la escogida.

Bella, de buena salud y con una exquisita educación intelectual y profunda formación religiosa, Margarita terminó siendo del agrado de España. Felipe II aprovechó los acuerdos matrimoniales para pactar un doble enlace. Además de casar a su hijo Felipe con Margarita, la infanta Isabel Clara Eugenia contraería matrimonio con el archiduque Alberto.



La gran comitiva imperial que puso rumbo a España no tuvo precedentes. Fue sin duda una muestra de poderío de la casa de Habsburgo que atrajo incluso el interés del papa Clemente VIII quien se ofreció a oficiar él mismo la doble boda por poderes que se terminó celebrando en la ciudad italiana de Ferrara el 13 de noviembre de 1598. Algo que no ha vuelto a suceder en la historia.

Cuando tal acontecimiento tuvo lugar, Margarita ya no era solamente archiduquesa ya que pocos días después de iniciar el viaje desde Graz, llegó la triste noticia del fallecimiento de Felipe II. Desde el mismo momento de la desaparición del rey Prudente y la subida al trono de su hijo Felipe III, un caballero se situó a la sombra del monarca dispuesto a mover todos los hilos tanto de su vida privada como de su gobierno. Así, cuando Margarita pisaba tierra española y se encontraba con su marido, el duque de Lerma controlaba a su antojo la voluntad real. Quiso hacer lo mismo con la reina y su entorno despojándola de los miembros alemanes de su séquito y asignándole a personas afines a él, entre los que se encontraban caballeros y damas de su propia familia, incluida su propia esposa, Catalina de la Cerda, a la que nombró camarera mayor de la reina. Margarita solamente consiguió mantener a su lado a Ricardo Haller, confesor jesuita al que el duque de Lerma intentó sin éxito sustituir por un religioso español.



Con lo que no contó Francisco de Sandoval y Rojas fue con la afinidad y mutuo afecto que desde el primer momento creció entre los nuevos esposos. La reina quien no se iba a dedicar únicamente a traer hijos al mundo y a deambular con las damas de la corte por los pasillos del alcázar. El valido no se tomó nada bien que Margarita se inmiscuyera en asuntos de estado cuestionando sus acciones y que, para colmo de males, su marido tuviera en cuenta sus opiniones. 

El valido intentó aislar a la reina alejando por todos los medios al rey de palacio con largas jornadas cinegéticas o viajes a las propiedades privadas del duque; intervino su correspondencia privada y organizó un entramado de escuchas para saber en todo momento los movimientos de Margarita y mantenerla controlada. 

La tensa relación entre la reina y el valido llegó a su punto álgido en 1606 cuando Margarita advirtió al rey de posibles irregularidades y actividades fraudulentas en el entorno del duque de Lerma. Acorralado por la evidencia del engaño que supuso el enriquecimiento desenfrenado tanto de él como de sus consejeros, decidió poner tierra de por medio y abandonar a sus consejeros quienes fueron acusados de malversación de fondos. Margarita asestó un duro golpe al valido pero se ganó muchas enemistades entre aquellos a los que había desenmascarado.



Margarita de Austria-Estiria, además de ser una mujer inteligente y culta se caracterizó por ser una reina profundamente devota que fundó varias instituciones monásticas en España y experimentó arrebatos místicos. El último de ellos fue una visión que la advirtió de su pronta muerte. No se equivocó. Tras dar a luz a un niño que no sobreviviría demasiado tiempo, la reina amada y respetada por Felipe III fallecía el 3 de octubre de 1611 con tan sólo 26 años. Su funeral de estado fue el más solemne de todos los que se dedicaron a las reinas de España. Tal había sido el aprecio del pueblo hacia ella. Sin embargo, la sombra del asesinato a manos de sus enemigos en la corte sobrevoló por encima de su sepulcro aunque nunca se pudo probar que Margarita hubiera sido envenenada. 

La reina que se enfrentó al valido Francisco de Sandoval y Rojas no vio su caída definitiva. Siete años después de su muerte, Felipe III ordenaba al duque de Lerma que abandonara definitivamente la corte.

La bailarina de Hollywood, Ginger Rogers (1911-1995)

$
0
0
Diez fueron los títulos que Ginger Rogers protagonizó junto al bailarín Fred Astaire cambiando la manera de disfrutar de los musicales en el Hollywood de los años treinta. Su inolvidable estilo de baile y su impecable coordinación en la pista enamoraron a todos los amantes del cine musical. Pero Rogers intentó siempre potenciar su carrera en solitario y desvincularse de una pareja profesional que se llevaba más sueldo que ella y decidía la gran mayoría de las coreografías. Casada en cinco ocasiones, su vida estuvo siempre ligada emocionalmente a su madre. Ganó un Oscar de Holywood, por una película en la que no dio ni un sólo paso de baile. 

Virginia Katherine McMath nació en la localidad de Independence, en Misuri, el 16 de julio de 1911. Virginia fue la única hija de Williams McMath, un ingeniero de origen escocés, y su esposa, Lela Owens. Una familia que pronto se rompería iniciando una triste lucha legal por la custodia de la niña. Virginia, a la que sus primos la llamaban cariñosamente Ginga, terminó viviendo con sus abuelos maternos durante mucho tiempo. Tenía nueve años cuando su madre se volvía a casar. Aunque su padrastro, John Logan Rogers nunca la adoptó legalmente, Ginga terminaría utilizando su apellido. 

Ginger Rogers empezó su carrera artística gracias a su madre. Lela era una periodista y escritora de guiones cinematográficos a la que su hija acompañó en ciertas ocasiones, sobre todo cuando tenía que escribir críticas de teatro para un periódico local de Fort Worth, en Texas, donde la familia se había trasladado a vivir. Fue allí, en Texas, donde Ginger consiguió su primer papel en la compañía de variedades de Eddie Foy con quien hizo una gira de tres años por todo el país. Fue en aquella época, cuando tenía tan sólo diecisiete años, cuando Ginger Rogers se casaría por primera vez con un bailarín. Un matrimonio que duraría muy poco y que sería el primero de una larga lista de cinco matrimonios fracasados.



Ginger Rogers continuó viviendo bajo la protección de su madre a la que acompañó poco tiempo después a Nueva York. Mientras su madre continuaba con su trabajo de periodista, ella empezó a hacer sus primeras incursiones en Broadway y en alguna película, en 1929.

Pero su verdadera oportunidad llegó cuando fue elegida para protagonizar el musical de George e Ida Gershwin Girl Crazy. Para ayudar a los actores en las representaciones, estaba un bailarín y coreógrafo llamado Fred Astaire. La obra fue un éxito total y a Ginger le valió firmar un contrato con la Paramount que, sin embargo, no condicionaría su independencia como actriz. 



Poco tiempo después se trasladaba a Hollywood donde, tras varias películas de poco éxito protagonizó La calle 42 que le daría el prestigio y el reconocimiento de la crítica. En 1933 rodaba Volando hacia Río, un musical en el que se reencontró con Fred Astaire y demostraron ser una pareja inigualable. Su estilo, su compenetración y su perfecto encaje en la pista de baile, hicieron de Fred Astaire y Ginger Rogers un icono de aquellos años dorados de Hollywood y cambiaron para siempre los musicales de cine. Ocho películas más gravaron la pareja del momento bajo la estricta supervisión coreográfica de Astaire. Era él quien creaba los pasos de baile y, a pesar de que Ginger también quiso participar en el proceso creativo, no se la consideró como poco más que la pareja de Astaire quien cobraba un sueldo superior al de ella. 



En 1939 Ginger Rogers consiguió rodar una película alejada del musical y en 1940, su papel en Espejismo de amor le valió un Oscar a la mejor actriz. Al final de la década de los cuarenta, Fred Astaire y Ginger Roger se volvieron a unir en su décima y última aparición juntos. 



A partir de entonces se iniciaba un lento pero inexorable declive para Ginger, quien, después de vivir cinco matrimonios fallidos y sufrir terriblemente por la muerte de su madre en 1977, se retiró a vivir a un rancho que había comprado hacía años y donde fallecería de un ataque al corazón el 25 de abril de 1995. Sus restos fueron enterrados junto a los de Lela Rogers. 
Viewing all 382 articles
Browse latest View live