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Versos desde el alma gallega, Rosalía de Castro (1837-1885)

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Evocar la vida y la obra de Rosalía de Castro es recuperar la literatura más hermosa en lengua gallega y castellana. Con un talento excepcional para las letras y los versos, Rosalía tuvo la suerte de superar socialmente un nacimiento poco convencional y encontrarse con un marido que respetó e incluso ensalzó su arte con la pluma en un tiempo en el que las mujeres que destacaban por alguna razón eran consideradas extraños casos que se debían esconder. Rosalía de Castro protagonizó el renacimiento de la literatura gallega, cuando el gallego estaba considerado una lengua de labriegos. También escribió en castellano, dejando un corpus literario de poemas y novelas para el recuerdo y el deleite de todos aquellos que se topen con su obra.

Rosalía de Castro nació el 24 de febrero de 1837 en Santiago de Compostela. Rosalía fue hija natural de un sacerdote llamado José Martínez Viojo y María Teresa de la Cruz Castro. El destino de la pequeña, bautizada y registrada como hija de padres desconocidos, era un orfanato. Pero tuvo la suerte de que su madrina, María Francisca Martínez se hiciera cargo en un primer momento de ella. Su tía Teresa Martínez Viojo fue quien la acogió bajo su techo hasta que cumplió los ochos años. Rosalía no perdió el contacto con su madre, quien, en la década de 1850 consiguió recuperarla. Mientras tanto, recibía una buena educación y participaba en actividades culturales. 

En 1856 Rosalía de Castro se trasladó a vivir a Madrid junto a unos parientes. Un año después publicaba sus primeros versos en lengua castellana bajo el título de La flor. Un literato llamado Manuel Murguía escribió una crítica sobre su primera obra publicada. Pocos años después se convertiría en su fiel esposo. Manuel y Rosalía se casaban el 10 de octubre de 1858 iniciando una relación de mutuo respeto y admiración. Él apoyó en todo momento la incipiente carrera literaria de su esposa, con quien además tuvo una numerosa familia, siete hijos, de los cuales dos no sobrevivieron a la infancia.



Rosalía de Castro escribió en lengua castellana, pero también escribió varias obras en gallego, entre ellas los Cantares gallegosFollas novas. Con sus textos gallegos, Rosalía de Castro contribuyó ampliamente al renacimiento literario de la lengua gallega, en un momento de fuerte centralismo castellano en el que las lenguas periféricas habían quedado en un marginal segundo plano. 

Rosalía de Castro nunca gozó de muy buena salud y tuvo un carácter pesimista y melancólico. Un cáncer de útero terminó con su vida el 15 de julio de 1885, cuando tenía cuarenta y cinco años de edad y hacía tiempo que se había vuelto a instalar en su Galicia natal. Seis años después de su muerte, sus restos fueron trasladados a la Capilla de la Visitación del Convento de Santo Domingo de Bonaval, en el Panteón de Gallegos Ilustres.



En 1979 se emitía el último billete de 500 pesetas. En él aparecía un retrato de Rosalía de Castro. Solamente ella e Isabel I de Castilla fueron las únicas mujeres en aparecer en un billete español. 

Dibujando mariposas, Maria Sibylla Merian (1647-1717)

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Cuando nació Maria Sybilla Merian, el mundo creía que los insectos eran seres malignos, que provenían del demonio. Algo que a aquella mujer observadora y apasionada no le importó demasiado. A lo largo de su vida su afán por descubrir la naturaleza de gusanos o mariposas la llevó a dibujar, arte que aprendió de su padrastro, detalladas ilustraciones que con el tiempo se convertirían en una preciosa fuente de información científica. Su pasión por la naturaleza la llevó a viajar hasta la lejana Surinam. Su incansable trabajo legó a la ciencia un amplio catálogo de insectos ilustrados y una detallada descripción de la metamorfosis de alguno de ellos. Ni que decir tiene que la niña apasionada por descubrir qué sucedía dentro del capullo de una mariposa no fue tomada en consideración por los científicos de su tiempo.

Maria Sibylla Merian nació el 2 de abril de 1647 en Francfort del Meno, entonces perteneciente al Sacro Imperio Romano Germánico. Maria era hija de un reputado editor, Matthäus Merian y su segunda esposa, Johanna Sibylla Helm. Cuando esta quedó viuda, Maria tenían entonces tan sólo tres años, volvería a casarse, esta vez con el pintor Jacob Marrel. Pasado el tiempo, sería su padrastro quien le enseñaría los entresijos de la pintura. 

De pequeña, a Maria le encantaba recoger insectos y plantas a los que observaba cómo evolucionaban mientras los inmortalizaba en sus primeros dibujos. Con dieciocho años, Maria se casaba con el pintor Johan Andreas Graff con quien tendría dos hijas, Johanna Helena y Dorothea Maria. 



Instalados en Nuremberg, Maria pintó los distintos estadios de la metamorfosis de las mariposas, los distintos cambios que sufría, su vida y alimentación en las plantas... ilustraciones que se convertirían en 1675 en su primera obra publicada, Nuevo libro de flores. Dos años después se publicarían dos volúmenes más. La oruga, maravillosa transformación y extraña alimentación floral fue su segunda obra, publicada en 1679. 



En 1685 Maria Sibylla Merian se separaba de su marido e iniciaba un periplo en solitario de investigación y observación de la naturaleza que la llevaría a la sorprendente decisión de viajar a la lejana Surinam para estudiar sus formas de vida más pequeñas. Hasta el nuevo continente viajó acompañada de una de sus hijas en 1699. Y allí se dedicó de lleno a dibujar insectos y plantas autóctonos hasta que la malaria, contraída en 1701, la obligó a volver a Europa. Metamorfosis de los insectos de Surinam se publicó cuatro años después. 


Desde entonces y hasta el final de sus días, Maria Sibylla Merian continuó observando la naturaleza que tanto la había atrapado y dando clases de dibujo pues sus publicaciones no le daban para vivir. Dos años antes de morir quedó postrada en una silla de ruedas por un ataque de apoplejía.

Años después de su desaparición, el 13 de enero de 1717, su obra fue descubierta por la comunidad científica y recibió el reconocimiento que se merecía. 

La gran rival, Renata Tebaldi (1922-2004)

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En 1976 la Scala de Milán despedía de los escenarios a la cantante de ópera Renata Tebaldi. Era el mismo templo del bel canto que había visto nacer una estrella tres décadas atrás. Renata Tebaldi viajó por medio mundo demostrando que era una de las grandes de la lírica llegando incluso a enfrentarse abiertamente a otra cantante inmortal, Maria Callas. Aunque dicho conflicto entre divas fue más bien una estrategia comercial que hizo mucho más rentable, si cabe, el éxito de ambas. 

Renata Ersilia Clotilde Tebaldi nació el 1 de febrero de 1922 en la localidad italiana de Pésaro. Su padre, Teobaldo Tebaldi, fue un violoncelista poco conocido que abandonó a su esposa, Giuseppina Barbieri y a su hija cuando Renata era solamente una niña. Langhirano se convirtió entonces en el nuevo hogar de ambas. Con tres años, Renata contrajo poliomelitis que le impidió realizar muchas actividades físicas propias de tu edad. Pero su madre tenía pensada para ella algo más tranquilo para ocupar el tiempo. Giuseppina había soñado siempre con ser cantante pero las circunstancias de su vida se lo impidieron y terminó convirtiéndose en enfermera. Muy probablemente volcó en su hija sus sueños y desde pequeña la acercó al mundo de la música. Así, pronto empezó a cantar en el coro de la iglesia local y a recibir clases de piano.

Entre el canto y el piano, pronto empezó a decantarse por lo primero y su propia profesora de piano le facilitó el acceso al conservatorio de Parma para que pudiera recibir clases de canto. Durante unas navidades familiares en casa de un tío paterno en Pésaro, Renata conoció a Carmen Melis, entonces una diva muy conocida que era clienta en el café del citado tío. Cuando Carmen Melis escuchó cantar a Renata decidió darle clases de canto ella misma. 

Renata Tebaldi cantaba en público por primera vez en Urbino. De allí continuó su carrera en otras localidades italianas como Parma o Milán donde en 1946 tuvo su gran oportunidad al participar en el concierto de reapertura de la Scala tras el largo silencio provocado por la contienda mundial. 

La carrera de Renata fue ya imparable. Desde distintos templos de la ópera italianos como los de Florencia o Roma, hasta los lejanos de San Francisco, Nueva York o Buenos Aires, convertida en diva, Renata Tebaldi interpretó con gran belleza óperas de Verdi, Wagner o Händel.




En 1947, cuando su carrera estaba empezando, coincidía en Verona con Maria Callas. Ambas cantantes tendrían en la Scala su trampolín a la fama mundial. No es de extrañar que cuando la Callas llegó a Milán a principios de los años 50 y Renata llevaba ya un tiempo afianzada en la ópera milanesa el choque de egos tuviera lugar encima y detrás del escenario.

El supuesto conflicto entre ambas cantantes ha sido puesto en duda por quienes vieron en sus disputas una mera estrategia de quienes creían que así tendrían mayor publicidad. Lo cierto es que el tiempo en el que las dos aceptaron cantar en la misma compañía fue más bien breve. Y ambas fueron grandes estrellas del bel canto, incomparables, con técnicas dramáticas y de voz distintas. 

Renata Tebaldi nunca se casó, si bien tuvo algunas relaciones, algunas con hombres casados, que nunca llegaron a afianzarse. Cuando en 1973 se despedía oficialmente del mundo de la música en el Metropolitan de Nueva York, no se desligó del todo del mundo de la lírica. Aún continuaría dando algún recital y su última actuación fue en la Scala de Milán, de donde había nacido aquella gran dama de la ópera. En Milán permaneció durante muchos años. Un cáncer se la llevaba para siempre el 19 de diciembre de 2004 en su casa de San Marino. 


Una Nobel rebelde, Doris Lessing (1919-2013)

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El premio Nobel de Literatura de 2007 era concedido a una mujer excepcional. Se llamaba Doris Lessing y era entonces una anciana de ochenta y ocho años que tras de sí acumulaba una intensa vida dedicada a las letras pero también a la lucha por la defensa de los derechos raciales y al feminismo. Atrapada por el embrujo africano, Doris Lessing vivió en Persia, su país de nacimiento, Rodesia e Inglaterra. Se definió como anticolonialista y socialista y renunció a una vida de familia y a un papel de madre tradicional para seguir su propio camino. Fue una de las pocas escritoras de su tiempo en recibir un gran número de premios literarios. 

Doris May Tayler nació el 22 de octubre de 1919 en la localidad persa de Kemanshah. Su familia era británica pero su padre, un oficial del ejército, había sido trasladado a aquel territorio que hoy ocupa Irán. Alfred Tayler había sufrido la amputación de una pierna durante su participación en la Primera Guerra Mundial y se había casado con una de las enfermeras que habían cuidado de él, Emily McVeagh. Cuando Doris tenía seis años, sus padres decidieron empezar una nueva vida en el África colonial de donde les habían llegado ecos de promesas de una vida mejor. Así que se instalaron en Rodesia del Sur, una zona situada en la actual Zimbabue. 

La infancia y juventud de Doris se movió entre dos extremos. Mientras su madre se empeñaba en hacer de su hija una mujer recta mediante una estricta educación, ella exprimía la vida con su hermano Harry en los extensos paisajes africanos. Emily no pudo sujetar por mucho tiempo a su hija. Tenía catorce años cuando Doris optó por abandonar el rígido colegio de monjas en el que estudiaba y con quince años decidió trabajar como niñera. A partir de entonces, su educación fue estrictamente autodidacta. 



Tenía dieciocho años cuando se trasladó a vivir a Salisbury, la actual Harare, donde trabajó como telefonista. En 1939, se casaba con Frank Charles Wilson, un funcionario con el que tuvo dos hijos, John y Jean y de quien se divorció cuatro años después. Doris conoció entonces a Gotfried Lessing, que participaba como ella en un grupo literario de ideas comunistas y marxistas. Con Gotfried, un judío que había huido de la Alemania nazi, tendría su tercer y último hijo, Peter. 

Doris Lessing no consiguió adaptarse a la vida de mujer casada y madre de tres hijos. Su prioridad era entonces escribir, algo que no pudo incorporar a su rutina diaria. Así que decidió dejarlo todo y en 1949 se marchó a Inglaterra a donde solamente se llevó a su hijo pequeño, mientras que John y Jean se quedaron con su padre. Poco después publicaba su primera novela, Canta la hierba



En Londres se dedicó a escribir y a participar en actividades relacionadas con el partido comunista en el que militó activamente hasta que descubrió los infames crímenes de Stalin y su visión del comunismo cambió radicalmente. Desde Inglaterra denunció abiertamente el apartheid que se vivía entonces en Sudáfrica, lo que le valió la prohibición expresa de no poder pisar lo que hasta hacía poco había sido su hogar. 

Ya entonces Doris era una escritora reconocida. Pero fue en 1962 cuando su Cuaderno dorado, una novela con altas dosis de autobiografía, la que la consagró. La obra se convirtió también en un claro referente para los movimientos feministas del momento. Doris Lessing se dedicó los años siguientes en cuerpo y alma a la escritura mientras recibía el reconocimiento de la crítica y recibía un sinfín de premios literarios, hasta que le fue entregado el Nobel de Literatura, convirtiéndose en la décimo primera mujer en ser galardonada con él. 



A pesar de ser entonces una escritora octogenaria, aún tendría tiempo de escribir varias obras más. Su última novela, Alfred y Emily, un homenaje a sus propios padres. El 17 de noviembre de 2013, Doris Lessing fallecía en Londres, a los noventa y tres años de edad. 

La reina tozuda, Mariana de Austria (1634-1696)

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El pueblo amó y odió a Mariana de Austria según las circunstancias. La que llegara a su país de adopción siendo una niña risueña y feliz, terminaría convirtiéndose en una reina viuda que vestía hábito monjil. Como ya venía siendo habitual en el destino de las reinas de España, Mariana no se libró de una maternidad desastrosa que mermó su salud física y mental. Los constantes matrimonios entre las distintas ramas de la casa de Habsburgo serían la principal razón de abortos constantes y nacimientos de niños enfermizos. El máximo exponente de estas aberraciones consanguíneas sería su propio hijo, Carlos II, el último de su dinastía que reinaría en España. 

Mariana de Austria nació en la ciudad austriaca de Wiener Neustadt el 22 o 23 de diciembre de 1634. Mariana fue la segunda hija del emperador Fernando III del Sacro Imperio Romano Germánico y de su primera esposa, la infanta María Ana de España, con quien tuvo seis vástagos. María Ana era hija de Felipe III de España y por lo tanto, hermana de quien terminaría siendo su yerno.

Mariana había sido elegida para casarse con su primo, el príncipe Baltasar Carlos. La princesa tenía entonces doce años y era una niña alegre que poco se imaginaba todas las desdichas que iba a sufrir. En plena negociación sobre su enlace, el heredero a la corona española fallecía repentinamente de unas fiebres el 9 de octubre de 1646. Felipe IV, su tío, quedó consternado ante la nueva situación. Viudo de su primera esposa, Isabel de Borbón, no tenía intención de volver a casarse, pues ya había conseguido un heredero. Pero tras la desaparición de Baltasar Carlos, tuvo que replantearse un nuevo matrimonio en busca de descendencia. Así que optó por escoger a su sobrina Mariana. 

Pasaron unos años hasta que la niña casadera pudo atravesar una Europa en llamas y llegar hasta España para casarse con su tío, quien tendría que haber sido su suegro. Hacia 1649 Mariana estaba ya instalada en el Real Alcázar de Madrid donde congenió desde el primer momento con su prima e hijastra María Teresa. Pero los días de juegos infantiles serían pronto sustituidos por la obligación de estado. En 1651 la reina era ya núbil y empezó un largo calvario de embarazos. El 12 de julio de aquel mismo año, no había cumplido aún los diecisiete, daba a luz a su primera hija. Y se enfrentaba por primera vez a la amenaza de muerte por sobreparto. Este sería el primero de seis alumbramientos, tres niñas y tres niños, de los cuales solamente sobrevivirían la primera y el último. 



Después de dar a luz a la infanta Margarita, futura emperatriz del Imperio Germánico, Mariana empezó a sufrir terribles jaquecas. Su débil salud se agravó dos años después con una viruela que marcó su rostro para siempre. Enfermedades y partos difíciles seguidos, en los que la joven reina veía desfilar niños muertos, agriaron su alegre carácter irremisiblemente. El último parto, el 6 de noviembre de 1661, lo enfrentó seis días después de haber enterrado a su hijo Felipe Próspero. Aquel frío día de invierno nacería Carlos, un niño feo y extremadamente enfermizo que tardó años en poder caminar y aguantarse derecho por sí mismo. 

Cuando Mariana de Austria aun no había superado su frustración como madre, tuvo que hacer frente a otro drama personal y político. El 17 de septiembre de 1665 fallecía Felipe IV. Se convertía automáticamente en regente, según estaba estipulado en el testamento del rey, hasta que su hijo Carlos alcanzara la mayoría de edad con catorce años.



Tenía treinta y dos años pero Mariana de Austria parecía entonces una anciana, aspecto que acentuaron sus ropajes de monja que asumió como propios hasta el resto de sus días. Los diez años de regencia fueron tiempos duros no sólo para ella sino también para España. Sus enfrentamientos con Juan José de Austria, el bastardo de su marido, fueron constantes y derivaron en una situación de conflicto y desgobierno constante del reino, con levantamiento militar por parte del príncipe incluido. Al cumplir la mayoría de edad y convertido en Carlos II, el nuevo rey intentó mediar en el conflicto entre su madre y su hermanastro. Mariana, quien se había empeñado durante años en gobernar en solitario y a espaldas del pueblo, tuvo que aceptar el fin de su regencia y sufrir un destierro de dos años firmado por su propio hijo en el destartalado Alcázar de Toledo. Cuando en septiembre de 1679 moría Juan José de Austria, la suerte volvía a cambiar para la reina viuda. Su hijo Carlos fue a su encuentro y dio por terminado su destierro. En aquel tiempo ya se había pactado el matrimonio del rey con María Luis de Orléans quien llegó a la corte española poco después de que Mariana regresara a Madrid. Esta vez dejó que fuera su hijo y la nueva reina quienes gobernaran. Años tranquilos que terminaron con la muerte repentina de la reina en febrero de 1689 sin haber dado un heredero a la corona. De nuevo en la primera línea de la política, Mariana de Austria se afanó por poner a una princesa austriaca de nuevo en el trono español. La escogida fue Mariana de Neoburgo, cuñada de su hermano el emperador Leopoldo I. Pero este último movimiento estratégico también la salió mal a la reina viuda quien no contó con el fuerte carácter de la nueva reina. Mariana de Austria, mujer de carácter, no se rindió y volcó todos sus esfuerzos en defender la candidatura de su bisnieto José Fernando de Baviera a la corona española, pues los herederos parecían no llegar. 

Carlos II vivió aquellos años desorientado y agobiado por las constantes rencillas entre su esposa y su madre que solamente terminarían con la muerte de la reina viuda. Hecho que ocurrió el 16 de mayo de 1696. 

Una sufragista en las antípodas, Vida Goldstein (1869-1949)

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Cuando en 1915 la sufragista inglesa Adela Pankhurst llegó a Australia, continuó con su labor reivindicativa al lado de una de las mujeres más importantes del sufragismo en aquel país. Vida Goldstein llevaba años luchando en defensa de los derechos civiles de las mujeres. De hecho, fue una de las sufragistas australianas más activas y la que tuvo más proyección internacional, participando en distintos encuentros en los Estados Unidos y Europa además de convertirse en la primera mujer en presentarse como candidata a un parlamento del Imperio Británico. 

Vida Jane Mary Goldstein nació el 13 de abril de 1869 en la ciudad australiana de Portland, en Victoria. Fue la mayor de los cinco hijos de Jacob Goldstein e Isabella Hawkins, una pareja de profundas creencias religiosas y muy comprometidos con causas sociales. Jacob e Isabella era una pareja peculiar pues, mientras que ella era una activa sufragista, su marido no comulgaba con las ideas de su esposa. Aún así, Jacob sí creía en la educación tanto de hombres como de mujeres, por lo que facilitó el acceso a la escuela tanto a su único hijo como a sus cuatro hijas. Después de recibir la formación de una gobernanta en su propia casa, Vida y sus hermanas ingresaron en la escuela femenina presbiteriana de Melbourne, donde su familia se había trasladado hacía unos años. La crisis económica que afectó a la ciudad en aquel tiempo obligó a la familia Goldstein a trasladar a sus hijas a otro colegio llamado Saint Kilda.

Cuando Vida Goldstein tenía veintidós años, acompañó por primera vez a su madre a un acto de las sufragistas australianas. En la década de 1890, Vida se centró más en acciones comunitarias y en causas sociales. Fue con el cambio de siglo que empezó a implicarse con más intensidad en el movimiento sufragista. 

Pronto se convirtió en una de las líderes del movimiento dando conferencias y participando en actos reivindicativos por todo el país. En 1902, el mismo año que las mujeres australianas conseguían su derecho a votar, viajó a los Estados Unidos, donde participó en la Conferencia Internacional Sufragista. De vuelta a Australia, Vida Goldstein decidió dar un paso más y se presentó como candidata a las elecciones del senado australiano. A pesar de que no consiguió un escaño, se convertía en la primera mujer de todo el Imperio Británico que se presentaba como candidata a un parlamento. 

Su labor como sufragista la llevó a defender sus ideas en dos publicaciones, la Australian Women's Sphere, que editó hasta 1905, año en el que fundó el Woman Voter. En 1911 viajó a Inglaterra donde participó en distintos actos, dio varias conferencias y recopiló información sobre las actividades que sus colegas inglesas estaban realizando. 

La Primera Guerra Mundial dividió al movimiento sufragista entre las que apoyaban la contienda y las que denunciaron toda actividad bélica. Fue entonces cuando Adela Pankhurst, hija de la líder sufragista Emmeline Pankhurst, marchaba a Australia después de enfrentarse a su madre quien sí defendió la participación de Inglaterra en la guerra. Adela y Vida trabajaron conjuntamente. 

En 1919 Vida Goldstein volvió a Europa, esta vez a Zurich, donde representó a Australia en la Conferencia de Mujeres Pacifistas. Aquel viaje, que se alargó tres años, en los que permaneció en el viejo continente, provocaron su desvinculación progresiva del movimiento sufragista australiano. Sin embargo, de vuelta a Victoria, Vida continuó trabajando en distintas causas sociales. 

Vida Goldstein, quien nunca se casó, vivió los últimos años de su vida con su hermanas Aileen, quien también permaneció soltera, y Elsie, quien había enviudado. El 15 de agosto de 1949, el cáncer terminaba con su vida. 

La primera compositora de óperas, Francesca Caccini (1587-1641?)

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Durante los festejos que tuvieron lugar el 17 de diciembre de 1600 con motivo del enlace entre Enrique IV de Francia y su segunda esposa María de Médicis, una jovencita de apenas trece años encandiló a todos los presentes con su hermosa voz. Aquella niña iba acompañada por su propio padre, un compositor que había sido contratado para la ocasión. Eran una familia de artistas provenientes de Florencia. La pequeña, a la que los suyos llamaban cariñosamente Cecchina, se llamaba Francesca Caccini y pasaría a la historia como la primera compositora de óperas. Dotada de grandes dotes musicales, tocaba varios instrumentos y compuso muchas obras. Solamente una ópera ha llegado hasta nuestros días. Su memoria, fue también olvidada. 

Francesca Caccini nació el 18 de septiembre de 1587 en Florencia. Su padre, Giulio Caccini, era cantante y compositor reconocido en la corte florentina de los Médici. Su madre, Lucía Gagnolanti también se dedicaba al canto. Francesca recibió una amplia educación humanista así como una extensa formación musical de manos de su propio padre. Fue en la boda de Enrique IV donde actuó por primera vez en público, encandilando de tal modo a la nueva pareja real que pidió a su padre que permanecieran en la corte francesa, a lo que se negaron las autoridades florentinas quienes reclamaron la vuelta de la familia Caccini junto a los Médici. 

La intérprete de laúd | Orazio Gentileschi
Presumiblemente un retrato de Francesca Caccini 
Francesca dedicó aquellos años a ejercer como profesora de música, a tocar varios instrumentos, como el laúd y el arpa, y a cantar y empezó a componer. En 1607 se casaba con otro músico de la corte florentina llamado Giovanni Battista Signorini, con quien tendría una hija, Margherita. En aquellos años, además de abrir una escuela de música, Francesca se convirtió en una de las músicas mejor pagada en Florencia y en una compositora prolija. Junto al poeta Miguel Ángel Buonarroti el Joven (sobrino nieto del gran artista del Renacimiento), Francesca Caccini compuso varias canciones. 

En febrero de 1625 estrenaba La liberazione di Ruggiero, considerada como la primera ópera compuesta por una mujer, y la única de las cinco que compuso Francesca que sobrevivió. La obra, compuesta en ocasión de la visita del príncipe Ladislao Segismundo a Italia, tuvo tanto éxito que se convertiría también en la primera ópera italiana en interpretarse fuera de las fronteras italianas, concretamente en Varsovia, en 1628.



En diciembre de 1626 fallecía su esposo y pocos meses después volvía a casarse con un noble originario de Luca, Tommaso Raffaelli, con quien tuvo un hijo. Tommaso fallecería cuatro años después, dejando a la joven viuda en una situación bastante acomodada. De vuelta a Florencia con sus dos hijos, hacia 1634, Francesca Caccini donde volvió a trabajar al servicio de los Médici. Cuando en mayo de 1641 dejaba la corte, la pista de Francesca desaparecería para siempre. 

Buscando el amor, Katherine Mansfield (1888-1923)

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Tuvo una vida breve, pero intensa. Nació en una familia acomodada, pero nunca se adaptó a su rigidez, ni al desprecio de su propia madre por no haber sido un varón. Amante de hombres y también mujeres, Katherine Mansfield fue una mujer rebelde, creativa y en constante búsqueda del amor. Escritora modernista destacada, participó en el selecto grupo de Bloomsbury, donde lidió intelectualmente con otra grande de las letras universales, Virginia Woolf, y se relacionó con plumas de la talla de D.H. Lawrence. Una tuberculosis diagnosticada en 1917, terminaría con su vida y su talento seis años después.

Katherine Beauchamp nació el 14 de octubre de 1888 en Welligton, Nueva Zelanda, en el seno de una familia de clase media de orígenes coloniales. Su padre, Harold Beauchamp era banquero y su madre, Annie, descendía de condes. Katherine creció junto a sus dos hermanas mayores y otra hermana pequeña y el último de los vástagos, un ansiado niño. Agobiada por la estricta educación de su madre, Katherine disfrutaba de la compañía de sus hermanos y de su abuela. Con tan sólo diez años publicaba su primera historia en una publicación escolar del centro en el que estudiaba, el Wellington Girl's High School. 

Ya entonces, Katherine empezó a sentir que necesitaba volar lejos del hogar y pidió con insistencia a sus padres que la dejaran marchar a Londres a estudiar. Al final consiguió su cometido y se marchó junto a dos de sus hermanas a estudiar al Queen's College de Oxford donde además de continuar sus estudios, también participó en su periódico escolar. Fue en el Queen's College donde en 1903 conocería a Ida Baker, quien se convertiría en una compañera fiel y confidente para toda la vida y con quien mantendría una relación amorosa más allá de la simple amistad. 

En 1906, y tras terminar sus estudios y completar un viaje por Europa, Katherine regresó a Nueva Zelanda donde empezó a publicar historias breves de manera profesional. Convertida oficialmente en la escritora Katherine Mansfield, y convencida de que no podría volver a adaptarse a la vida con su familia, decidió regresar a Londres donde vivió de manera acomodada gracias a la pensión anual de cien libras que le asignó su padre. 

Así, en 1908 se encontraba de nuevo en Londres donde inició una vida bohemia y disipada. Además de mantener relaciones con otras mujeres, Katherine quedó embarazada de un amante llamado Garnet Trowell quien la abandonó poco después de conocer la noticia. Poco tiempo después se casaba con George Bowden, un profesor de canto. Su relación no sobrevivió ni tan siguiera unas horas. Su madre viajó a Europa para ayudar a su hija a esconder el embarazo y para ello se la llevó a Baviera. Tras un aborto natural, Katherine volvía a Londres mientras que su madre regresaba a Nueva Zelanda. No volverían a verse. La vida de Mansfield transcurrió entre la publicación de historias y artículos en distintos medios mientras se relacionaba tanto con mujeres como con hombres. Hasta que en 1911 conoció John Middleton Murry, un editor con quien se casaría en 1918.

A lo largo de aquella década de 1910, Katherine sufrió la muerte de su hermano, se separó en varias ocasiones de John y fue diagnosticada de una tuberculosis, mientras su talento como escritora no cejaba. Junto a ella, su fiel Ida Baker, con quien estableció una suerte de triángulo emocional en el que tanto ella como John se sumergían en las pasiones y los sentimientos de la escritora. 

Los últimos años de su vida los pasó buscando irremediablemente una cura para su enfermedad que terminaría con su vida el 9 de enero de 1923 cuando tenía a penas treinta y cuatro años de edad. 

John Murry recopiló todos los textos inéditos que Katherine tenía escritos hasta el momento y los fue publicando. Entre ellos, el propio diario de Katherine Mansfield y parte de su correspondencia privada.

Las fotografías de la espía, Odette Samson Hallowes (1912-1995)

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Unas fotografías de su Francia natal enviadas por equivocación a la Oficina de Guerra británica convirtieron a una joven madre de tres niñas en una de las espías francesas más condecoradas de la historia. Odette Samson Hallowes fue miembro de la Dirección de Servicios Especiales ingleses en territorio francés donde colaboró con la resistencia que luchaba contra el nazismo. Detenida por los alemanes, Odette sufrió torturas en una prisión de París y vio con sus propios ojos la sinrazón del campo de concentración de Ravensbrück del que consiguió salir con vida. 

Odette Marie Céline Brailly nació el 28 de abril de 1912 en la localidad francesa de Amiens. La mayor de tres hermanos, la infancia de Odette estuvo marcada por la muerte de su padre, Gaston Brailly, en la batalla de Verdun, en 1918, y por una poliomielitis que mermó seriamente su salud, quedándose ciega y postrada en cama durante meses. Odette estudió en un convento de monjas en el que nunca se adaptó. En 1926, se marchó a vivir a Boulogne con su madre y cinco años después se casó con Roy Samson, un hotelero de origen inglés. Antes de trasladarse a vivir a Londres, la pareja tuvo su primer hijo, una niña a la que llamaron Françoise. Ya en Inglaterra, nacerían Lili y Marianne. 

Poco después del inicio de la Segunda Guerra Mundial, su marido se enroló en el ejército mientras ella y sus tres hijos se refugiaban en Red Ball, una aldea cerca de Somerset. En la primavera de 1942, Odette respondió a la llamada hecha por el Almirantazgo británico que pedía a la población que remitía fotografías de la costa francesa cercana al Canal de la Mancha. Odette recopiló imágenes de los años que pasó en Boulogne y las envió por error a la Oficina de Guerra, en vez de al Almirantazgo, junto con una nota explicativa de sus orígenes franceses. Poco tiempo después, invitada por las fuerzas armadas inglesas, Odette ingresaba en las Fuerzas Especiales de Enfermería, la First Aid Nursing Yeomanry (FANY), mientras se preparaba para participar en la Dirección de Operaciones Especiales, Special Operations Executive (SOE) en la Sección F (la francesa). Convertida en agente del SOE, Odette Samson dejó a sus tres hijas en una escuela religiosa y se embarcó en su primera misión que la llevaría a aterrizar en las cercanías de Cannes. 



Convertida en Lise, empezó a trabajar a las órdenes de Raoul, el nombre en clave de Peter Churchill, capitán de la SOE, en Cannes, a donde llegó tras un largo periplo en 1942. Después de trabajar conjuntamente durante unos meses colaborando con la resistencia francesa, el 16 de abril de 1943, Odette y Peter fueron detenidos en el Hôtel de la Poste en Saint Jorioz, traicionados por un agente doble. 

Peter Churchill y Odette Samson

Fueron trasladados a la prisión parisina de Fresnes donde fueron interrogados y torturados. Para intentar salvarse, ambos idearon mentir acerca de un supuesto parentesco. Así, afirmaron ser marido y mujer y Peter informó a las autoridades nazis de que era nieto del primer ministro británico Winston Churchill. Tenían la esperanza que la supuesta relación con Churchill salvara sus vidas.

Mientras Peter sobreviviría a Dachau, Odette sería trasladada al campo de concentración de Ravensbrück donde fue condenada a muerte en junio de 1943. La invención de su parentesco con Churchill parece ser que sí que le salvó la vida al considerarla una posible moneda de cambio. Cuando los aliados se acercaban al campo, su último comandante, Fritz Suhren, se dirigió con Odette a la base norteamericana con la esperanza de recibir un trato de favor al liberar a la espía británica familia del ministro británico. Suhren sería condenado a muerte en los juicios de Hamburgo donde la propia Odette Samson testificaría en su contra. 

Odette con sus hijas

Terminada la guerra, Odette se reunió con sus hijas y en 1946 se separó de su primer marido para casarse con Peter Churchill, que también había sobrevivido a la guerra. Su matrimonio con el héroe de la guerra finalizó en 1956. Meses después se casaba con su tercer marido, Geoffrey Hallowes con el que viviría hasta su muerte, el 13 de marzo de 1995. 



La labor de Odette como espía británica le valió varios reconocimientos. Además de ser nombrada miembro de la Orden del Imperio Británico, recibió la Cruz de Jorge, siendo la única mujer que la recibió en vida. En Francia, fue nombrada miembro de la Legión de Honor.

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OdetteJerrard Tickell 









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Odette




Desmontando a Verne, Inge Lehmann (1888-1993)

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Muchos niñas y niños crecieron con las aventuras fantásticas de un escritor y visionario, Julio Verne, quien preconizó avances en la historia de la humanidad como el viaje a la luna. Pero otros, la ciencia los situó definitivamente en el ámbito de la ciencia ficción. Una de aquellas aventuras, la posibilidad de viajar al centro de la tierra, lugar que durante mucho tiempo se creyó un espacio hueco, la desmontó una sismóloga danesa que descubrió la verdadera naturaleza del núcleo terrestre. Inge Lehmann fue una científica longeva que traspasó el siglo de vida y dedicó buena parte de su larga existencia a la sismología y a descubrir qué se escondía en los lugares más recónditos de nuestro planeta. 

Inge Lehmann nació el 13 de mayo de 1888 en Copenhague. Sus padres, Ida Sophie Torsleff y Alfred Georg Ludvik Lehmann, un psicólogo experimental, educaron a Inge en valores modernos para su tiempo. Después de estudiar en un colegio mixto en el que niños y niñas eran tratados por igual, Inge estudió matemáticas en la Universidad de Copenhague y en el Newnham College de Cambridge. 

En 1920 conseguía su título en matemáticas y tres años después, de nuevo en Dinamarca, empezó a trabajar como asistente de un profesor de ciencias en la Universidad de Copenhague. 1925 fue un año clave para su carrera como sismóloga. Además de iniciar sus estudios en esta materia, empezó a trabajar como asistente de Niels Erik Norlund quien le encargó organizar una red de observatorios sísmicos en Dinamarca y Groenlandia. Después de obtener su título en geodesia, Inge fue nombrada en 1928 jefa del departamento de sismología del Instituto Geodésico de Dinamarca, dirigido por el propio Norlund. 



Los años siguientes los pasó trabajando y estudiando la forma de la tierra hasta llegar a una conclusión que cambiaría para siempre la visión de nuestro planeta. En 1936 publicaba un documento titulado “P” en el que explicaba, a partir de estudios sísmicos, que el núcleo terrestre estaba formado por una parte sólida y una parte líquida. Inge lo había descubierto al observar diferencias en la velocidad y la dirección de unas ondas conocidas como P en el registro sismológico al llegar al centro de la tierra, detectando una discontinuidad entre las dos partes del núcleo. Esta discontinuidad pasó a llamarse “discontinuidad de Lehmann” en su honor. 



Inge Lehmann se convirtió en una reputada y reconocida sismóloga que recibió muchas condecoraciones científicas. En 1953 dejaba su puesto en el Instituto Geodésico de Dinamarca y se trasladó a los Estados Unidos donde continuó con sus investigaciones sobre las distintas capas del globo terráqueo.

Inge Lehmann fue una trabajadora incansable que no dejó de sumergirse en los misterios físicos de nuestro planeta hasta que sobrepasó los cien años de vida. El 21 de febrero de 1993 fallecía en Copenhague, a los ciento cuatro años de edad. 

La dama de las camelias, Marie Duplessis (1824-1847)

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En 1848 se publicaba La dama de las camelias, una de las novelas más conocidas de Alejandro Dumas hijo. Para dar vida a su protagonista, Margarita Gautier, Dumas se basó en su propia historia de amor con una cortesana parisina que se hizo a sí misma, superó su condición humilde y terminó convirtiéndose en condesa. En el camino, robó el corazón no sólo del gran escritor, otros hombres de letras y genios de la música o del arte caerían rendidos a sus pies. 

Rose-Alphonsine Plessis nació el 15 de enero de 1824 en Nonant-le-Pin, Orne, en la Baja Normandía. Su padre, Marín Plessis, era un vendedor ambulante de paños, hijo de una prostituta y un sacerdote al que nunca conoció. Su madre, Marie-Anne-Michelle Deshayes, a pesar de descender de una familia aristocrática, había perdido su fortuna y su poder durante la Revolución Francesa. La infancia de Alphonsine y su hermana Delphine, no fue fácil. Además de vivir en la pobreza, ellas y su madre tuvieron que soportar el alcoholismo y la violencia de su padre. Agotada, su madre decidió abandonar a su marido y sus hijas y en 1829 se marchó a trabajar como ama de llaves de una amiga de su madre. Marie-Anne pensaba recuperar a sus hijas pero nunca volvió a verlas. Una tuberculosis terminó con su vida poco tiempo después. 

Con la muerte de su madre, las niñas quedaron a cargo de una tía materna. Cuando Alphonsine tenía unos once años, fue violada por un trabajador de la casa por lo que fue devuelta rápidamente a su padre. Junto a Marín las cosas no mejoraron para la pequeña Alphonsine. Sin ningún tipo de escrúpulos, empezó a ganar dinero a cambio de ofrecer los servicios de su hija a distintos hombres.



Alphonsine pasó varios años sufriendo estas vejaciones provocadas por su propio padre hasta que consiguió escapar de su lado. Tenía quince años cuando, después de trabajar en un mesón y una fábrica de paraguas, arribó a París junto a una compañía de circo de gitanos. En la capital francesa continuó buscándose la vida trabajando en distintos comercios hasta que su suerte cambió. Primero fue el propietario de un restaurante en la Galería Montpensier quien se prendó de su belleza y decidió convertirla en su protegida. Así que la instaló en un apartamento y le dio un sueldo con el que poder vivir. 

Fue entonces cuando Alphonsine empezó a descubrir el París de la Comedie Française y de la alta sociedad. Era cuestión de tiempo que robara el corazón de algún hombre destacado. El afortunado fue nada menos que un conde, Antoine Alfred Agénor de Guiche, futuro duque de Gramont, príncipe de Bidache y ministro de asuntos exteriores de Napoleón III. Alphonsine decidió cambiar su nombre. Atrás dejaba a la pobre infeliz que había nacido en la miseria para dejar paso a Marie Duplessis. Pero, a pesar del cambio de nombre y de la educación que le ofreció su amado conde para convertirla en una dama elegante conocedora del más exquisito protocolo y de los rudimentos de la danza o la literatura, la familia de De Guiche descubrió que en realidad no era más que una mujer de baja condición y le obligaron a abandonarla. 



Por suerte, Marie Duplessis supo aprovechar el tiempo y el conde fue rápidamente sustituido por otros hombres que se rindieron a sus pies y aceptaron dilapidar sus fortunas a cambio de su exquisita compañía. La lista de conquistas culminó en 1841 cuando conoció al conde François-Charles-Edouard Perregaux, con quien se casaría cinco años más tarde. Pero antes de convertirse oficialmente en condesa, Marie se había hecho un nombre en París, donde, convertida en la cortesana mejor pagada, se la conocía como "La divina Marie". Marie convirtió su hogar, un lujoso apartamento en el Boulevard de la Madeleine, regalo del embajador de Rusia en Francia, en un reputado salón literario por el que pasaron hombres de la talla de Alejandro Dumas padre o Charles Dickens. 

En 1844, Marie conoció a Alejandro Dumas hijo, con quien mantuvo una relación amorosa que no llegó a celebrar el año pero que marcaría para siempre al escritor. Marie sería inspiración para dar vida a su Margarita Gautier, protagonista de La dama de las camelias, obra que, a su vez, sería fuente de inspiración para el libreto de la famosa ópera de Verdi, La Traviata. Antes de contraer matrimonio con el conde Perregaux, Marie aún mantuvo otras sonadas relaciones, como la que vivió junto al compositor Franz Liszt. 

Cuando en febrero de 1846 se casaba con el conde de Perregaux, Marie Duplessis hacía tiempo que se encontraba enferma de tuberculosis. Su matrimonio, y su vida como condesa, duró escasamente un año. El 3 de febrero de 1847 fallecía la condesa Marie Duplessis, otrora la humilde Alphonsine Plessis.

El alma del Monopoly, Elizabeth Magie (1866-1948)

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El 5 de enero de 1904 se registraba en Estados Unidos la patente número 748.626. Dicha patente era un juego de mesa inventado por una mujer llamada Elizabeth Magie. El juego en cuestión se llamaba The Landlord's game, algo así como "El juego de los terratenientes". Elizabeth Magie, apasionada por nuevas teorías económicas, ideó este juego para demostrar de una manera lúdica que el monopolio de la tierra a manos de unos pocos era perjudicial para el resto de la población y para el desarrollo de la economía. Lo que empezó siendo un simple entretenimiento pedagógico, terminaría convirtiéndose en el mundialmente conocido como juego del Monopoly, un juego de mesa "inspirado" en el de Magie, pero que escondía una oscura historia de plagio. 

Elizabeth Magie nació en 1866 en la ciudad estadounidense de Illinois. Su padre, James Magie, era un editor de periódicos implicado con los movimientos abolicionistas. Elizabeth se dedicó a varias disciplinas artísticas en su juventud. Fue escenógrafa, poeta, escritora de relatos breves y actriz de teatro. Mientras, estudiaba ingeniería y se acercaba a las teorías económicas de Henry George, conocidas como "Georgismo". 

Elizabeth ideó su primera versión del The Landlord's game de la que solicitó su papente el 23 de marzo de 1903 para exponer sus conclusiones sobre las ideas económicas de Henry George, quien defendía que debía existir una propiedad común de la tierra. Para Elizabeth, el monopolio de tierras era una lacra para la economía y la única manera de paliar la situación monopolística era crear un impuesto especial sobre la propiedad privada. 



El juego recibió la patente unos meses después y pronto se extendió por muchas escuelas de económicas y tuvo tanto éxito que muchos alumnos creaban incluso sus propias versiones.

Casada en 1910 con Albert Phillips, Elizabeth patentó una versión revisada del juego en 1924.

Durante la Gran Depresión, un vendedor en paro llamado Charles Darrow decidió patentar en 1935 una versión del juego de Elizabeth al que bautizó con el nombre de Monopoly. Cuando el nuevo juego empezó a tener importantes ventas, la empresa juguetera norteamericana Parker Brothers ofreció a Darrow la producción y distribución del juego. Mientras el Monopoly se iba extendiendo por el mundo, el juego original de Elizabeth Magie se perdía en el olvido, igual que su nombre como inventora. También el espíritu pedagógico del juego fue desapareciendo con el tiempo. Pues mientras su creadora pretendía dar una enseñanza sobre la economía más salvaje, el Monopoly terminó convirtiéndose en un juego en el que el ganador era quien más posesiones y dinero tenía. 

Elizabeth Magie fallecía en Arlington en 1948.

La amante polaca, Maria Walewska (1786-1817)

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Maria Walewska fue una de las amantes del emperador Napoleón Bonaparte. Conocida como "la esposa polaca" del Gran Corso, Maria fue algo más que amante y madre de uno de los bastardos de Napoleón. Su relación con el emperador propició la creación del Gran Ducado de Varsovia, un efímero reino que durante poco tiempo existió liberado del yugo de rusos y prusianos que se disputaban los territorios polacos. Maria Walewska, aunque tuvo que dejar al emperador con motivo de su segundo matrimonio, fue una de las pocas personas que le fue fiel hasta el final. 

Maria Leczynski nació el 7 de diciembre de 1786 en la localidad polaca de Kiernozia en el seno de una familia de la alta nobleza pero con pocos recursos económicos. Maria era la pequeña de los siete hijos del conde Mateusz Leczynski y su esposa Eva Zaborowski. Maria no llegó a conocer a su padre, quien falleció poco antes de su nacimiento. La infancia de Maria transcurrió rodeada de sus seis hermanos mayores y recibió una exquisita educación de la mano de profesores particulares, entre los que destacó Nicolás Chopin, padre del famoso compositor. Siendo una jovencita, fue trasladada a un convento donde completó su educación. 

Cumplidos los dieciocho años, Maria tuvo que aceptar la decisión de su madre de casarla con un conde para ayudar así a mitigar la complicada situación económica de la familia. El escogido se llamaba Anastase Colonna Walewski, un conde muy rico pero cuarenta años mayor que Maria. La joven aceptó la decisión de Eva Zaborowski y se trasladó a vivir a Varsovia, al hogar del conde, con el que tuvo un hijo, Antoni Rudolf Bazyli Colonna-Walewski.
Convertida en condesa, Maria y su esposo participaban en las tertulias de los círculos bonapartistas, que veían al emperador Napoleón como el libertador de Polonia ante las amenazas rusas. Así, María fue a presenciar, acompañada de una amiga, la entrada de Napoleón Bonaparte en Varsovia, cuando acababa de empezar el año 1807. Él se fijó en la belleza de aquella joven condesa a la que volvió a ver en un baile organizado por el príncipe Poniatowski, ministro de la guerra y defensor de Bonaparte. Tanto Poniatowski como otros bonapartistas polacos, conocedores de la fijación que había surgido en el corso hacia la condesa Walewska, vieron en Maria la herramienta para conseguir sus aspiraciones políticas para alejarse de la influencia prusiana o rusa. La condesa se negó al principio, pero pronto aceptó el ofrecimiento de Napoleón con quien inició una relación extramatrimonial, pues el emperador estaba casado con Josefina de Beauharnais. Maria, que amó sinceramente a Napoleón, tuvo un hijo con él, Alejandro José Colonna, que adoptó los apellidos del conde Walewski, con quien continuaba estando casada. Los que habían incitado a Maria a iniciar una relación amorosa con Napoleón consiguieron su objetivo cuando el emperador proclamó en 1807 el Gran Ducado de Varsovia que daba ciertas libertades a Polonia respecto a los reinos vecinos, solamente hasta que el Congreso de Viena en 1814 disolvió la estructura política organizada por Napoleón.

Cuando Napoleón volvió a París, Maria Walewska le siguió y se instaló en la capital francesa con su hijo. Pero en 1810, el emperador se separaba de Josefina, quien no había conseguido darle un heredero legítimo e inició la búsqueda de una nueva esposa. La elección recayó en María Luisa de Habsburgo-Lorena, quien puso como condición para aceptar la mano del emperador, que éste alejara de su lado a la que se conocía como "la reina polaca". 




Maria y su hijo se trasladaron entonces a vivir a Nápoles, a una hacienda cedida por el emperador, en la que pudo vivir sin problemas económicos. Maria no se olvidó nunca de Napoleón, al que continuó amando en la distancia y al que visitó en los momentos difíciles de su exilio en la isla de Santa Elena. 

En 1812 fallecía su esposo y cuatro años más tarde decidió casarse con otro conde, Philippe Antoine d'Ornaro, primo segundo de Napoleón. El 11 de diciembre 1817, cuando daba a luz a su hijo Rodolfo Augusto, fallecía en el parto. Tenía solamente treinta y un años.

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Los caballeros de la reina
María Pilar Queralt

La magia de las sombras, Lotte Reiniger (1899-1981)

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Unos años antes de que Walt Disney sorprendiera al mundo con la magia de sus dibujos animados en los años dorados de Hollywood, en la Alemania de entreguerras una joven enamorada del cine creaba un largometraje con siluetas animadas. No fue el primero de su género, pero sí el más antiguo de todos los que se han conservado. Las aventuras del príncipe Achmed, que así se tituló la cinta, fue el resultado del meticuloso trabajo de Lotte Reiniger, una muchacha que desde siempre había soñado con formar parte de la historia del séptimo arte. 

Charlotte Reiniger nació el 2 de junio de 1899 en Berlín-Charlottenburg, en el seno de una familia de clase media. Desde bien pequeña, Charlotte, a la que llamaban cariñosamente Lotte, se había sentido atraída por el mundo de las sombras chinescas. Ella misma se construía sus propios personajes que hacía desfilar por un teatro casero con el que deleitaba a sus familiares y amigos. Un entretenimiento infantil que se convertiría con los años en una verdadera pasión. 

Siendo una adolescente, se enamoró de las películas del cineasta francés George Méliès y del director de cine alemán Paul Wegener, a quien vio en persona en una conferencia sobre el cine de animación en 1915. Al momento supo a lo que quería dedicar su vida y convenció a sus padres de que la dejaran ingresar en la compañía de teatro en la que trabajaba en propio Wegener. Este pronto se fijó en el talento de aquella joven de apenas diecisiete años que realizaba con gran maestría las siluetas de los actores interpretando escenas concretas de la compañía. Wegener decidió aprovechar la obra de Reiniger para los rótulos de sus películas. El siguiente paso fue participar también en la elaboración de los decorados. 

El nombre de Lotte Reiniger empezó a sonar en los ambientes artísticos berlineses y consiguió que la admitieran en el Instituto de Innovaciones Culturales de la capital alemana donde aprendió nuevas técnicas de animación y realizó en 1919 su primera película de siluetas, El ornamento del corazón enamorado. En el Instituto de Innovaciones Culturales no sólo creció profesionalmente. Allí también conocería al que sería su compañero para toda la vida, Carl Koch, un director de cine con el que se casó y con quien trabajó en muchas producciones conjuntas. 




Lotte Reiniger se había convertido en una más del mundo del cine animado alemán. Tal era su talento y su reputación que, además de realizar sus propias producciones junto a su marido, realizó algunas colaboraciones destacadas como su participación en la película Los Nibelungos de Fritz Lang. 

En 1923 un rico banquero judío apasionado de la obra de Lotte, le ofreció la posibilidad de financiarle un largometraje a cambio de dar clases a sus hijos. Así se pudo hacer realidad Las aventuras del príncipe Achmed, el primer largometraje de cine animado que se conserva y que catapultó a Lotte Reiniger a la fama. Una cinta que tardó tres años en terminar y que recogía distintas historias de Las Mil y una Noches. Diez años antes de Walt Disney, Reiniger ya utilizó la cámara multi-plano. 




Los años siguientes Lotte y su marido continuaron creando historias para el cine animado y también para una película con personajes reales en 1929 que tuvo la mala suerte de coincidir con la llegada del cine sonoro. La búsqueda de la felicidad, que así se llamaba la película, quiso incluir voces a la cinta, con tan mala fortuna que no agradó demasiado. 

La llegada del nazismo a Alemania obligó a Lotte y Carl a emigrar. Fueron unos años difíciles en los que no consiguieron instalarse en ningún país más tiempo del que sus visados se lo permitían. Años en los que, sin embargo, la pareja no dejó de crear cintas animadas. En 1949 se instalaban en Londres de manera más o menos permanente y fundaron la Primrose Productions de donde salieron muchas películas de animación. 




Carl Koch fallecía en 1962. Sola, sin su compañero, Lotte no abandonó el mundo del cine ni el de sus mágicas siluetas que dieron vida a muchas de las óperas más conocidas de la historia de la música, por las que sentía debilidad. La Flauta mágica, Las Bodas de Fígaro o Carmen fueron algunas que Lotte transformó en hermosas historias animadas con sus inmortales siluetas fruto de una laboriosa creación artística y un estudio detallado de la anatomía humana y de la naturaleza. 

Trabajadora incansable, en 1979, dos años antes de morir, realizaba su última película en color, La Rosa y el Anillo. Fallecía en la localidad alemana de Dettenhausen el 19 de junio de 1981, a los ochenta y dos años. 

La reina asustada, María Josefa Amalia de Sajonia (1803-1829)

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Cuando en 1818 Fernando VII se quedó viudo de su segunda esposa, María Isabel de Braganza, era un hombre de treinta y nueve años sin descendencia. Urgía por tanto encontrar una nueva esposa. La escogida fue una joven de dieciséis años que había vivido su corta existencia tras los muros de un convento. Nada sabía de la vida María Josefa Amalia de Sajonia quien vivió con auténtico pavor sus obligaciones conyugales hasta el punto de que fue el propio papa Pío VII quien tuvo que convencer a la reina que no era pecado mortal, como ella creía, mantener relaciones con su esposo. 

María Josefa Amalia de Sajonia había nacido el 7 de diciembre de 1803 en Dresde, entonces parte del Sacro Imperio Romano Germánico. Pocos meses después de llegar al mundo, su madre, la princesa Carolina de Borbón-Parma falleció y su esposo el príncipe Maximiliano de Sajonia decidió enviarla a un convento junto al río Elba. Tras sus muros vivió, creció y se educó María Josefa hasta que cumplió los quince años y fue elegida por Fernando VII, primo de su difunta madre y veinte años mayor que ella, para ser su esposa. 

El 20 octubre 1819 pocos meses después de llegar a España, contraía matrimonio con el rey. La noche de bodas fue un auténtico desastre. La pobre muchacha, que había crecido rodeada de monjas, nada sabía de las relaciones entre un hombre y una mujer y ante el horror que sintió al ver a su esposo acercarse se orinó en el lecho provocando la ira de un hombre más que experimentado en los hechos de alcoba gracias a sus continuas juergas nocturnas.




Ante aquella primera experiencia, la reina se cerró en banda y se negó a volver a acostarse con su marido creyendo profundamente que lo que intentaba hacer con ella era absolutamente pecaminoso. La situación empezaba a tornarse grotesca, con la reina invitando constantemente a su marido a rezar el rosario y otras largas letanías, para evitar caer en la tentación carnal. Así que el asunto fue expuesto en Roma, ante el mismísimo papa quien tuvo que dirigir una misiva a María Josefa asegurándole que lo que debía hacer con su marido estaba “bendecido por la Santa Madre Iglesia”. 

La vida de María Josefa en la corte, mientras España se sumía en una profunda crisis institucional, se basaba en realizar obras de beneficencia, rezar y escribir poesía. Poco dada a los actos festivos, no le gustaban en absoluto las multitudes por lo que intentaba evitar en la medida de lo posible cualquier celebración oficial. 




Los sacrificios que María Josefa Amalia de Sajonia tuvo que hacer en la cama, pues nunca se acostumbró a yacer con su marido, no dieron sus frutos. El 18 de mayo de 1829, con tan sólo veinticinco años, la reina sufría unas fiebres que terminarían con su vida en pocos días. El rey quedaba de nuevo viudo y sin descendencia. 

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Historias de las reinas de España. La casa de Borbón
Carlos Fisas






Reinas de España. Las Borbón
María José Rubio

La primera espía que saltó en paracaídas, Lise de Baissac (1905-2004)

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Durante la Segunda Guerra Mundial, desde el otro lado del Canal de la Mancha, fueron muchos los espías que llegaron a Francia para ayudar a la resistencia contra el nazismo. Algunos llegaban en barco, otros aterrizaban en avión o saltaban en paracaídas. Las dos primeras mujeres que saltaron desde el cielo para aterrizar en la Francia ocupada fueron dos espías del SOE. Una de ellas sobreviviría a la guerra y tendría una vida longeva. La otra daría su vida por la libertad de Europa. 

Lise Marie Jeanette de Baissac nació el 11 de mayo de 1905 en las islas Mauricio. Era la pequeña de tres hermanos de una familia francesa que en 1919 se instaló en París. Con la llegada de los nazis en 1940, ella y sus dos hermanos mayores participaron activamente en la guerra. Su hermano mayor, Jean, se unió al ejército británico, mientras que ella y su hermano Claude huyeron a Inglaterra donde se unieron al servicio de operaciones especiales, el SOE (Special Operations Executive). Después de un duro entrenamiento, Lise formó parte del segundo grupo de mujeres que ingresó en el SOE. Junto a ella estaban otras futuras espías como Mary Herbert, Odette Samson y Jacqueline Nearne. 

El 24 de septiembre de 1942, Lise y Andrée Borrel viajaron a Francia con la misión de organizar en Poitiers un piso franco en el que otros espías se pudieran refugiar. Lise y Andrée se convirtieron en las primeras mujeres en saltar en paracaídas para llegar a las zonas ocupadas. 

Lise se dedicó hasta el final de la guerra a realizar peligrosas misiones para el SOE colaborando con la resistencia francesa. Cuando terminó el conflicto, se casó con un decorador interiorista llamado Gustave Villameur con quien se trasladó a vivir a Marsella. Lise Baissac falleció el 28 de marzo de 2004 a los noventa y ocho años.

 Película inspirada en su vida 

La primera ministra de la India, Indira Gandhi (1917-1984)

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De pequeña admiró a Juana de Arco y soñó toda su vida con servir a su país. Solitaria desde niña, por la muerte de su madre y el alejamiento de un padre dedicado íntegramente a la política, Indira Gandhi forjó una personalidad única. Amada y odiada a partes iguales, Indira Gandhi se convirtió en la primera mujer de la India en ostentar el cargo de Primer Ministro de su país. Luchadora incansable, además de primera ministra, ostentó muchos otros cargos políticos en la India, además de participar activamente en cuestiones de política exterior que la llegó a enfrentar con las grandes potencias mundiales. 

Indira Priyadarshini Gandhi nació el 19 de noviembre de 1917 en la ciudad india de Allahabad. Fue la única hija de Kamala Kaul, una ferviente luchadora por los derechos humanos de los más desfavorecidos, y del líder que abanderó la independencia del Imperio Británico y posteriormente fue nombrado primer ministro indio, Jawaharlal Nehru. Indira creció alejada del cariño de una familia convencional. Su madre falleció a causa de una tuberculosis. Mientras que su padre vivía volcado de lleno en su carrera política. 

Después de ser educada en su propia casa de la mano de tutores, inició sus estudios en la Escuela Moderna de Delhi y en una escuela cristiana en Allahabad. Indira continuó sus estudios en una escuela internacional en Ginebra para volver después a la India e ingresar en un centro educativo de Bombay. Indira inició sus estudios universitarios en la Viswa Bharati University de Shantiniketan. La enfermedad de su madre la obligó a interrumpir temporalmente sus estudios para acompañarla a Europa e intentar curar su enfermedad. En aquellos años ingresó en Oxford donde continuaría sus estudios tras la muerte de su madre. 



Indira también sufrió de una salud débil que la obligó en más de una ocasión a interrumpir sus estudios y permanecer un tiempo en Suiza para recuperarse. Finalmente, el estallido de la Segunda Guerra Mundial le impidió terminar su carrera en Oxford, universidad que pasado los años le otorgaría un título honorífico. En su estancia en Inglaterra, Indira estrecharía su relación con un joven al que ya conocía de su ciudad natal, Feroze Gandhi, con quien terminaría casándose el 26 de marzo de 1942 y tendrían dos hijos. Una relación que terminaría rompiéndose a causa de las continuas infidelidades de Feroze.

Boda de Indira con Feroze Gandhi

Instalada de nuevo en la India y convertida en una mujer casada, Indira Gandhi empezó a colaborar con su padre, quien había sido nombrado Primer Ministro de la India. De hecho, Indira ya había apoyado a su padre ingresando en el Partido del Congreso y participando activamente en la lucha por la independencia de la India, encabezada por el gran líder Mahatma Gandhi y que se alcanzaría el 15 de agosto de 1947.

En la década de los cincuenta su carrera política, siempre de la mano de su padre, la fue situando en la primera línea. En 1959 fue nombrada Jefa del Partido del Congreso. En 1964 fallecía su padre y era sustituido como Primer Ministro por Lal Bahadur Shastri, mientras que la propia Indira iba asumiendo distintas carteras ministeriales. Dos años después, la muerte prematura de Shastri, supuso su elección como Secretaria General del Partido del Congreso, el último peldaño para alcanzar el cargo de Primera Ministra, convirtiéndose en la primera mujer de su país en alcanzar semejante poder. 



Indira Ghandi fue Primera Ministra de la India durante quince años en dos periodos diferenciados, desde 1966 hasta 1977 y desde 1980 hasta su muerte, en 1984. En 1977, después de que la situación política india se complicara, teniendo que declarar el estado de emergencia en 1975, decidió organizar un plebiscito que la depuso de su puesto. El gobierno que asumió entonces el poder no pudo mejorar la situación de la India por lo que Indira fue reelegida en 1980.

A lo largo de su carrera política, Indira asumió también otros cargos dentro del gobierno. Trabajadora incansable, mejoró la situación industrial del país y las condiciones de los más necesitados. A nivel internacional, la Primera Ministra se posicionó en el bloque soviético por lo que sus relaciones con los Estados Unidos se enfriaron, aunque no evitó las relaciones diplomáticas con sus dignatarios.

Indira Gandhi y Richard Nixos

Cuando Indira había alcanzado el poder en 1966, hacía poco tiempo que la guerra con Pakistán había sumido a la población en una peligrosa situación de crisis humanitaria, causada por la gran cantidad de refugiados que cruzaban la frontera india. Indira no sólo acogió a los refugiados sino que organizó un ejército que se desplegó en el Pakistán Oriental, de donde volverían victoriosos. La guerra no supuso solamente el nacimiento de un nuevo estado, Bangladesh, sino que dio a la Primera Ministra un estatus de auténtica heroína. 



Los últimos años de su vida, y la razón que la llevaría a la tumba, tuvo que lidiar con el conflicto en el Punyab, una zona situada al norte de la India en la que la minoría sij luchaba por su independencia. Indira respondió con mano dura para frenar las aspiraciones sij de crear un estado confesional, pero sus decisiones provocaron la muerte de muchos civiles y la ira de los nacionalistas. 

El 31 de octubre de 1984, Indira Gandhi salió de su casa en Nueva Delhi para acudir a una cita con el actor británico Peter Ustinov, quien iba a entrevistarla. Nunca llegó. Dos de sus guardaespaldas, miembros de la minoría sij, le dispararon a sangre fría, provocándole la muerte. 

La centinela silenciosa, Alice Paul (1885-1977)

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En 1916, un grupo de mujeres se atrincheró a las puertas de la Casa Blanca dispuestas a no abandonar aquel sitio hasta que el presidente de los Estados Unidos aceptara sus reivindicaciones. Dirigidas por Alice Paul, y conocidas como las "centinelas silenciosas" alcanzaron su objetivo: que las mujeres estadounidenses pudieran votar. Un logro que no fue rápido ni fácil de conseguir. En el camino quedaron años de lucha, violencia y mucho esfuerzo para que la Decimonovena Enmienda fuera ratificada y el sufragio femenino fuera finalmente legal en el país de las libertades. 

Alice Stokes Paul nació el 11 de enero de 1885 en Mount Laurel, Estados Unidos. Alice era la mayor de los cuatro hijos de Tacie Parry y William Paul. William era banquero. Tacie, por su parte, había participado activamente en el movimiento sufragista norteamericano como miembro de la National American Woman Suffrage Association (NAWSA). Siendo jovencita, Alice acompañó en alguna ocasión a Tacie a las reuniones y actividades de la asociación.

Alice Paul creció en una comunidad cuáquera, una sociedad que creía en la igualdad de hombres y mujeres, al menos a los ojos de Dios. Una idea que a Alice no se le olvidaría nunca. Después de pasar su infancia en la granja familiar de Paulsdale, inició sus estudios en la Moorestown Friends School, demostrando ser una alumna aventajada. Tras graduarse con la mejor nota de su promoción, se graduó en biología en el Swarthmore College en 1905. Al año siguiente estuvo viviendo en el Lower East Side participando en una beca como trabajadora social del College Settlement House en la que se sumergió en las injusticias sociales en las que vivían los más desfavorecidos. En 1907 obtuvo el título de sociología por la Universidad de Pensilvania y se marchó a Inglaterra para continuar con sus estudios. 




Alice se instaló en Birmingham y se matriculó en el Woodbroke Quaker Study Centre mientras se ganaba la vida como trabajadora social. Un día, Alice asistió a un discurso de la sufragista Christabel Pankhurst en la Universidad de Birmingham. Convencida entonces de la importante labor que realizaban las sufragistas inglesas, se unió a la Women Social and Political Union (WSPU), organizada por Emmeline Pankhurst, madre de Christabel. Alice se implicó activamente en las actividades de la Unión y fue incluso detenida en varias ocasiones y se sometió como queja a huelgas de hambre. Alice aplaudía los métodos violentos que habían adoptado las mujeres que defendían el derecho al voto. En una ocasión, fue detenida por lanzar un zapato contra la ventana de una sala en la que se celebraba un banquete al que asistía el primer ministro británico. 




De vuelta a los Estados Unidos en 1910, Alice Paul, entusiasmada con el movimiento sufragista dirigido por las Pankhurst, decidió continuar con su labor. Ayudada por Lucy Burns, a quien había conocido en uno de sus encarcelamientos en Inglaterra, y precedida por su fama, pues los ecos de los altercados en los que había participado habían traspasado el océano, inició su defensa por el voto femenino en Estados Unidos. Alice y Lucy se centraron en esta demanda, que terminaría materializándose en la defensa de la Decimonovena Enmienda a la Constitución de los Estados Unidos, que estipulaba el derecho al voto de todos los ciudadanos, fueran del sexo que fuera. Otras demandas feministas las dejaron de lado, pensando que lo más indispensable era conseguir el sufragio para alcanzar la igualdad real entre hombres y mujeres. 




Alice se adhirió a la NAWSA y se volcó en organizar actos reivindicativos para alcanzar su objetivo. El 3 de marzo de 1913 consiguió congregar a unas ocho mil mujeres que marcharon por la Avenida Pensilvania de Washington ante la mirada de medio millón de personas. El evento tuvo lugar un día antes de la primera investidura del presidente de los Estados Unidos Woodrow Wilson quien, a pesar de mostrar buena voluntad en recibir a las sufragistas, no les dio nunca un apoyo real. 

Alice Paul defendía que el sufragio femenino fuera aprobado directamente en el Congreso Nacional mientras que Wilson y muchas mujeres miembros de la NAWSA estaban a favor de organizar referendums en los distintos estados. La tensión entre ambas posturas terminó con la marcha de Alice de la NAWSA y la fundación de su propia organización sufragista, Congressional Union que derivó en la creación del National Woman's Party (NWP) en 1916.




Las herramientas que utilizó Alice y sus seguidoras en la nueva etapa de su lucha se centraron en la publicación The Suffragist y en aplicar métodos muy similares a los que había visto en las sufragistas británicas en el tiempo en el que formó parte de la WSPU. En 1916 Woodrow Wilson era reelegido presidente de los Estados Unidos. LA NWP había hecho campaña en contra de Wilson y no se resignaron a volver a verlo en la presidencia. Alice y otras activistas de su partido organizaron un piquete delante de la Casa Blanca que permanecería allí hasta que el Congreso sancionase la enmienda que permitiera a las mujeres votar. Conocidas como las "centinelas silenciosas", provocaron opiniones encontradas. 




De la aceptación inicial, se pasó a su rechazo cuando, tras la entrada de los Estados Unidos en la Primera Guerra Mundial, continuaron reivindicando el sufragio femenino. Sus detractores consideraron que en tiempo de guerra había de apoyar a la nación y dejar de lado reivindicaciones particulares por lo que fueron agredidas y tachadas de traidoras. La tensión entre las sufragistas y los ciudadanos terminó con la detención de algunas de ellas, incluida la propia Alice Paul. Como ya hiciera en Inglaterra, Alice inició en prisión una huelga de hambre junto con otras activistas. Incapaces de controlar la situación, los guardias de la prisión ejercieron una dura violencia contra las reclusas que culminó en la "Noche del Terror", el 14 de noviembre de 1917. Las brutales agresiones salieron a la luz y la opinión pública presionó para que fueran liberadas, lo que sucedió antes de que terminara ese mes de noviembre. 

La tensa situación que habían provocado las sufragistas provocó que, finalmente, alcanzaran su objetivo. El presidente Wilson decidió en enero de 1918 impulsar la Decimonovena Enmienda, que fue aprobada definitivamente en agosto de 1920.

Alice Paul había conseguido su cometido. A partir de entonces, continuó trabajando en favor de los derechos de las mujeres, en los Estados Unidos, en la Liga de las Naciones y en las Naciones Unidas. Toda una vida dedicada a la lucha por la igualdad de derechos de hombres y mujeres que terminó en 1977. Tres años antes, Alice Paul había sufrido un infarto cerebral que la obligó a dejar definitivamente la vida pública. El 9 de julio de 1977 fallecía en su casa de Moorestown, a los noventa y dos años de edad. 

 Película que habla de ella

Ángeles de hierro

La mujer que inventó el limpiaparabrisas, Mary Anderson (1866–1953)

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Mary Anderson fue una de muchas mujeres que engrosan una larga lista de inventoras de artilugios que utilizamos diariamente. Su ingenio fue algo tan prosaico como el limpiaparabrisas, pero que facilitó la vida a miles de conductores de trenes, tranvías y coches. Empresaria nata, Mary Anderson fue una mujer práctica que utilizó su imaginación para diseñar un modelo de limpiaparabrisas que fue tan eficaz que pronto se incorporó a todo vehículo a motor. 

Mary Anderson nació en 1866 en el Condado de Greene, en Alabama. Tras la muerte de su padre, Mary se trasladó a vivir con su madre y su hermana en 1889 a la floreciente ciudad de Birmingham, en el mismo estado de Alabama. Ya entonces Mary era una mujer de negocios dispuesta a subirse al tren de la reconstrucción de la zona, destruida durante la reciente guerra civil. Allí levantó edificios de apartamentos y poco tiempo después se trasladó a vivir a California donde gestionó una granja de ganado y viñedos. 

Mujer inquieta, en un viaje que realizó a Nueva York, experimentó con hastío la lentitud de los tranvías que debían detenerse una y otra vez para que el conductor limpiara el parabrisas de lluvia o nieve. Así que decidió diseñar un artilugio que consistía en unir a un brazo metálico una lámina que arrastrara el agua de la luna en plena conducción. 



Después de varios modelos que fue mejorando, Mary decidió patentar su invento en 1903. Pronto, marcas como Ford, empezaron a incorporarlo a sus coches y poco a poco se convirtió en un elemento indispensable. 

Mary Anderson vivió el resto de su vida en Birmingham.

La reina polaca, María Leszczyńska (1703-1768)

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Cuando el nombre de Maria Leszczyńska empezó a sonar como la futura reina de Francia, su débil estatus dinástico como hija de un soberano depuesto hizo que la corte de Versalles llenara de calumnias los pasillos de palacio. Pero el duque de Borbón, regente del joven y enfermizo Luis XV, vio en la princesa polaca a una candidata perfecta para dar herederos a la dinastía. No se equivocó. Maria Leszczyńska dio a luz a once hijos, entre ellos al padre del último soberano francés del Antiguo Régimen, Luis XVI. Maria terminó ganándose el afecto de la corte y de los franceses, fue una reina sumisa y enamorada de su esposo que aceptó con resignación la larga lista de amantes de Luis XV. 

Maria Karolina Zofia Felicja Leszczyńska nació el 23 de junio de 1703 en Trzebnica, Polonia. Maria fue la segunda de las dos niñas de Estanislao I Leszczyński, rey de Polonia durante cuatro años (de 1704 a 1709) y su esposa, Catherine Opalińska. Su hermana mayor, Anna Leszczyńska, fallecería a los dieciocho años a causa de una neumonía. La infancia de Maria coincidió con el turbulento y breve reinado de su padre, nombrado soberano por Carlos XII de Suecia. Pero la débil situación política del país hizo tambalear un reinado que terminó en 1709, momento en el que el rey y su familia tuvo que refugiarse en Suecia.



En su nuevo hogar, la familia se integró fácilmente en la vida social de la aristocracia de Kristianstad, localidad en la que se habían instalado. En 1714 se trasladaron a vivir a Alemania, a un territorio que era dominio del rey sueco, donde permanecieron hasta la muerte de Carlos XII en 1718. En aquel momento, la antigua familia real polaca se encontró en una situación política comprometida que solventó con la ayuda del duque de Lorena, entonces regente de Francia, quien les invitó a instalarse en Wissembourg, en la provincia francesa de Alsacia. 




Por aquel entonces, Maria era una joven de quince años que fue incluida en la lista de posible esposa de las principales aristocráticas europeas. Pero a Maria le esperaba un futuro más alto, como reina de Francia. La princesa polaca fue incluida en una extensísima lista de candidatas a casarse con el jovencísimo rey Luis XV de Francia. Luis había ascendido al trono con tan sólo cinco años, por lo que el país fue gobernado por un regente, el duque de Borbón. Fue este el que se afanó en encontrar una esposa para el pequeño monarca cuya débil salud amenazaba con terminar con la línea dinástica. De hecho, hacía tiempo que Luis estaba comprometido con la infanta española Mariana Victoria, hija mayor de Felipe V y su segunda esposa, Isabel de Farnesio. De hecho, Mariana Victoria se encontraba viviendo en la corte francesa a la espera de poder desposarse con el rey - niño y poder darle el ansiado heredero. 




Pero cuando en 1723, con tan sólo trece años, Luis cayó gravemente enfermo, el duque de Borbón se dio cuenta de que no podían esperar a que la aspirante a reina, que por aquel entonces era solamente una niña de cinco años, se convirtiera en una mujer. Los soberanos españoles recibieron de muy mala gana la decisión de traer a su hija de vuelta a España. 

Mientras tanto, el regente y su amante Madame de Prie se afanaron en encontrar a una candidata con edad suficiente para consumar cuanto antes su matrimonio con Luis. El duque de Borbón debía escoger a la futura reina de una lista de un centenar de candidatas. María Leszczyńska no estaba entre las favoritas, pero después de muchos dolores de cabeza por agradar a todas las facciones políticas y encontrar a una princesa que no comprometiera el equilibrio de alianzas internacionales, el nombre de María empezó a verse como el más favorable. Era hija de un rey en el exilio, que había tenido poco poder y que mantenía una vida alejada del convulso tablero político europeo. María también tenía a su favor que era una joven en edad de concebir y profesaba la fe católica. Sin embargo hubo facciones cortesanas que veían en María a una princesa sin prestigio ni rango para convertirse en reina de Francia.  




Finalmente, el 2 de abril de 1725 se anunció oficialmente el compromiso. Tras la boda por poderes en Estrasburgo, los novios se conocieron personalmente el día antes de su enlace, celebrado el 5 de septiembre de 1725 en el castillo de Fontainebleau. Luis tenía entonces quince años y Maria veintidós. Los primeros años de matrimonio fueron muy felices para la pareja, quienes al parecer se enamoraron sinceramente. 

La nueva pareja real fue prolija en hijos, hasta once vástagos, de los que solamente siete sobrevivieron hasta la edad adulta. Cuando en 1737 dio a luz a su último hijo, la princesa Louise, su vida se puso en grave peligro, por lo que desde aquel momento, decidió rehuir la relación física con su esposo. 




Este, por su parte, no tuvo reparos en mantener distintas amantes a lo largo de su matrimonio, muchas de las cuales eran nombradas damas personales de la reina para poderlas tener a su alcance. De todas ellas, la más conocida fue sin lugar a dudas Madame de Pompadour, con quien la reina mantuvo una cordial relación en público. 

Mujer de gran cultura e inteligencia, la reina Maria se mantuvo siempre al margen de las cuestiones políticas de Francia. Fue una soberana que asumió su papel en el protocolo de la corte, del que nunca se desvió pero al que intentó evitar siempre que podía. Maria se refugió en muchas ocasiones en sus estancias privadas, haciéndose cargo de sus hijos, a los que cuidó con gran esmero, y disfrutando de la compañía de un restringido círculo de amigos íntimos. 

María Leszczyńska falleció un día después de cumplir los sesenta y cinco años, en el palacio de Versalles. 
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